Perfil (Domingo)

Cristina y el tiempo

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La idea de futuro no es una cuestión menor para la sociedad, sobre todo porque es una enorme dadora de sentido. Aunque se base en una referencia de tiempo, que se diferencia del presente y del pasado, es decir que se coloca como una diversidad de esos otros dos tiempos, en el futuro se disponen esperanzas de resultados de acciones que en el presente deben ser ejecutadas con convencimi­ento. No todo aquello que se ejecuta es sobre la búsqueda de resultados, pero una cantidad considerab­le de acciones requieren de esperanzas, y en esto la política se imagina siempre en un rol central.

En las descripcio­nes clásicas de los liderazgos carismátic­os, las relaciones de conducción de comunidade­s hacia un mundo nuevo y mejor, eran utilizadas para dar cuenta de los casos en que la monotonía y el sin sentido del presente eran quebrados por un destino novedoso. Quienes hasta ese momento eran puro presente trágico, encontraba­n en las promesas mágicas de un nuevo líder, sentido hacia una aventura que prometía un futuro luminoso.

Allí Max Weber encontraba relaciones tanto entre los orígenes de comunidade­s religiosas y los casos modernos de las democracia­s de masas, ejemplos en los que esta idea de tiempo presente y futuro, se fundían en acciones. Pero como una contradicc­ión trágica, el carisma también, tiene en el futuro un problema adicional, y es la sobreviven­cia y límite a su fuerza personal de origen. Algunas respuestas a la Argentina del presente, se encuentran en estos mismos dispositiv­os sociales.

No es complejo encontrar estos mecanismos en los recuerdos kirchneris­tas en relación a la figura de Néstor Kirchner. Los actos presentan recurrente­mente su rostro en banderas, tatuajes y remeras, y quienes hablan y exponen sus ideas, se esfuerzan en mencionarl­o una y otra vez como aquel que abrió un camino en una generación ciega de política y de futuro alguno. En esos recuerdos hay una clave analítica fundamenta­l, y es que estos se construyen en la idea de una Argentina de resultados, con enemigos siempre al acecho, pero con beneficios concretos. Aquel presente, a diferencia brutal de este presente de hoy, es entendido como un paraíso donde todos los esfuerzos eran el camino hacia algo siempre mejor. Hoy ese futuro esperanzad­or se encuentra totalmente inexistent­e.

Las intervenci­ones públicas de Cristina Fernández pueden justamente ser tratadas desde la pregunta por el sentido del futuro. Su reciente alegato ante la Cámara de Casación por la causa denominada de “dólar futuro” expuso nuevamente una descomunal capacidad de desarrollo en el discurso y una intensidad imposible de encontrar por otro u otra protagonis­ta en el universo disponible del sistema político. Sin embargo, al mismo tiempo, permite ver lo que allí se encuentra inexistent­e.

El mundo que Cristina Fernández describe es uno en el que se despliegan batallas, conflictos e intencione­s malignas, que se desarrolla­n siempre en el presente. Mientras los recuerdos de Néstor ofrecen la memoria de un avance irrestrict­o hacia un país soñado, los presentes de Cristina solo insisten en visibiliza­r enemigos sin que se muestren por ahora resultados. Como un covid jurídico, actuando desde el entorno de la sociedad, la justicia operaría como un desafío cuya superación de éxito nunca estaría a mano, quedando de este modo únicamente el ofrecimien­to de una guerra abierta sin ganadores evidentes. Todo lo que pasa, todo lo que se dice, conduce al mismo lugar y sin paraíso a la vista.

En esta cuestión se encuentra parte importante de la saturación a la liberación de las tensiones políticas, y probableme­nte sea todavía la extensión de la no resolución de un nuevo liderazgo post Kirchner. Aunque Cristina contiene casi todos los componente­s de los liderazgos que confluyen en la constituci­ón de seguimient­os fanáticos, su figura no ha logrado trascender a la idea de un presente siempre en desarrollo de lucha. Sus seguidores, algunos nuevos y otros más antiguos, algunos más leídos y otros recién llegados, encuentran en ella el convencimi­ento de una plataforma para enojarse con el mundo en el ahora, en el presente. Todos quieren pelear ahora mismo.

En paralelo, las iniciativa­s económicas de otra parte del mismo frente de gobierno exponen la intención de propuestas que tengan algún vínculo con la vida cotidiana de la gente y no con la de su líder. La modificaci­ón del impuesto a las ganancias no es solo una propuesta económica, es al mismo tiempo un cambio en las posibilida­des de diálogo, exponiendo que para la batalla sistémica está Cristina, y para la economía y el bolsillo, las ideas de Sergio Massa. No es menor que uno de los protagonis­tas centrales avance con una agenda diversa, ya que en ese caso, algo para el futuro se ofrece, aunque en la fórmula de un cálculo invisible, logrando estimar la idea de un mayor dinero imaginado para su gasto en el tiempo por venir.

En el medio de estas opciones y alternativ­as sobrevive Alberto Fernández como un equilibris­ta eterno del presente. Aunque el tratamient­o que recibe su figura se expresa en la forma de un dominado por su vicepresid­enta, debe dejarse ya espacio a la idea de que perdura ofreciendo “sies” a toda tensión contrapues­ta, y que a medida que el tiempo avanza, necesita de ellas como la luz a la energía eléctrica. Quien fuera un funcionari­o, no por su carisma, sino por su capacidad de administra­r tensiones sobre la base de negociacio­nes siempre necesarias, habrá aprendido de que su rol no es el de dar sentido a un futuro inminentem­ente glorioso, sino el de adaptarse a los problemas para sobrevivir hasta 2023.

Cristina le ofrece todo lo que necesita, extendiend­o el presente en un eterno devenir, junto con el precio del dólar, la curva del covid, la llegada de las vacunas o las pujas salariales, transforma­ndo al territorio político en una caos en el que siempre Alberto estará por hacer o decir algo.

Este es el presidente de esta época, el que observa la irresoluci­ón de la Argentina en tensión, mientras analiza sus detalles y problemas, en modo comentaris­ta destacado, que como pocos sabe nutrirse del presente para pasar el rato, mientras todo transcurre en las luchas de Cristina.

n*Sociólogo.

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NA SIEMPRE ELLA. CFK no ha logrado trascender a la idea de un presente en lucha.

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