Lluvia de libros para leer a los diferentes Fellinis
Mito multifacético, el director de cine italiano hubiera cumplido cien años el 20 de enero. Su figura sigue teniendo un gran impacto en su país, que tanto retrató, y en el mundo.
Sin el incesante barullo provocado por las oleadas del turismo, la Fontana di Trevi representa una de las imágenes más melancólicas de una Roma que sigue enfrentada a la pesadilla del virus. Con o sin pandemia, la fuente evoca de manera casi automática al seductor baño de Anita Ekberg junto a Marcello Mastroianni en La dolce vita, el célebre film de Federico Fellini, de quien se conmemora el centenario del nacimiento. En Italia, el aniversario ha generado una infinidad de iniciativas que pusieron bajo la lupa no solo el cine del director varias veces Oscar sino también a los diferentes Fellinis existentes.
Nacido en la entonces pueblerina Rímini, transformada con los años en “capital” del veraneo del Mar Adriático, el realizador sigue siendo muy influyente en la cultura de su país gracias a una versatilidad que, entre barbijos y encierros, puede convertirse, para quien esté interesado, en una poderosa vacuna anticrisis. Repasando los libros publicados en los últimos meses sobre el Fellini no estrictamente cinematográfico se destacan numerosos textos.
MARTINO RIGACCI*
Anarquismo fascismo. Goffredo Fofi, reconocido crítico de cine y literatura, publicó, por ejemplo, Fellini anarquista, título que quizás pueda sorprender pero que, de entrada, lo dice todo: Fofi subraya que el realizador
yde films como el provocador Ensayo de orquesta desconfiaba de todo orden social, pasado o futuro, y tenía de hecho una mirada anarquista del mundo. Fellini, añade el crítico en un ensayo publicado en Internazionale, fue un precursor del impulso que Italia dio al concepto de ‘’diversidad’’ a partir de 1968, cuando diferentes grupos y organizaciones “comenzaron a ocuparse concretamente de los derechos de los enfermos de mente o de los discapacitados”.
Muchos de los “héroes” de sus películas son prostitutas, vagabundos, estafadores o desbandados de poca monta, todas figuras consideradas irrecuperables por la sociedad de la época. “El interés por el ‘diferente’, el marginal, el loco, dependía en parte tanto de mis ‘malas’ lecturas como de mi inclinación por las formas del espectáculo popular, entre los cuales el más popular de todos: el circo ecuestre”, aclara el mismo Fellini en una maravillosa autobiografía (Hacer una película) publicada en