Con F de falso
La primera en decir ¡magnífico! ante los dos cuadrados, uno negro y otro rojo, del cuadro de Mark Rothko jamás visto fue Ann Freedman, directora de la galería de arte Knoedler en Nueva York. Que no era poco elogio para uno de los ojos más entrenados en el mercado del arte en la galería más prestigiosa de ese momento con más de cien años en funcionamiento.
¡Magnífico!, volvió a decir David Anfam mientras examinaba el cuadro. El especialista en Rothko viajó desde Londres a pedido de la galerista para cerciorarse y confirmar que la obra que Glafira Rosales le había ofrecido después de tocar el timbre de la galería era verdadera.
El último en decir ¡magnífico! fue Christopher Rothko, el hijo de Mark Rothko. Además lloró después de estudiar la pintura durante media hora a pedido de la corte, cuando el juicio por estafa de ventas de obras de arte falsas estaba en curso en 2012. Freedman renunció en 2009 y la galería cerró en 2011, bajo investigación y sospecha de estar vendiendo obras falsas desde 1994.
No solo Rothko. También Pollock, Motherwell, Newman.
n} Es que eran los que le salían perfectos a Pei-Shen Qian y, en todo caso, las obras que más comentarios neófitos del tipo “esto lo puede hacer cualquiera” han recibido en la historia del arte. El pintor chino vivía en Queens y se dedicaba a enseñar matemáticas. Rosales también le tocó la puerta y por ella empezaron a salir las copias más excelsas para los incautos coleccionistas que pagaron barato lo que era caro.
Si se recuerda que la galería Knoedler estuvo involucrada en varios juicios relacionados con arte saqueado por los nazis, un Matisse confiscado por los nazis en 1941 a la familia Rosenberg y un El Greco incautado por la Gestapo en 1944, esta estafa sería poco menos que una travesura que les hizo perder algo de dinero a megamillonarios.