Perfil (Domingo)

Mercosur.

- MARIANO BELDYK

La cumbre del 26 de marzo será virtual. No habrá cara a cara entre Fernández y Bolsonaro.

Al final, el tan esperado –y anunciado– cara a cara entre los presidente­s Alberto Fernández y Jair Bolsonaro deberá aguardar un poco más. Porque la cumbre prevista para el 26 de marzo en Buenos Aires, en ocasión de los 30 años del Tratado de Asunción, fundante del Mercosur, mudará a un formato virtual.

Como una novela de amores prohibidos, siempre parece haber un giro inesperado cuando los protagonis­tas están a punto de consumar su dilatado encuentro. O aparece un tercero en discordia: Mauricio Macri, Luiz Inácio Lula da Silva o, esta vez, la pandemia. Ese es el motivo oficial acorde al comunicado difundido por el Gobierno, ayer al mediodía.

Cierto es que la historia de Bolsonaro y Fernández no arrancó bien, allá por 2019. El brasileño pretendía a otro y Fernández no dudó en hacerle saber lo que pensaba a través de terceros, con algo de despecho. En el fondo, él también preferido tenerlo al lulista Fernando Haddad al otro lado de la frontera pero el voto manda.

Algo solitario, el argentino buscó refugio en otras latitudes. Halló al mexicano Andrés Manuel López Obrador y apostó por él con la esperanza de construir otra relación. Una que prospera a medias porque difícilmen­te lo suelen hacer los vínculos a la distancia.

Debieron intervenir allegados, de uno y otro lado, para relajar los ánimos y hacerles entender que no importara lo que sintieran mutuamente, la Argentina no podía divorciars­e de Brasil y a Brasil no le convenía hacerlo tampoco de la Argentina, aunque coqueteara con otros más acaudalado­s, como China y Estados Unidos.

Cuando la relación estaba tan fría que parecía irreconcil­iable –con el brasileño lanzando dardos desde las redes sociales y Fernández dándole la espalda– la llegada de Daniel Scioli a Brasilia, a mediados del año pasado, fue clave.

Con su determinac­ión, este celestino del optimismo logró que ambos mandatario­s dejaran viejas rencillas a un lado y, por primera vez, se juntaran, aunque fuera remoto. Lo marcaron en sus calendario­s: el 30 de noviembre de 2020, justo a 35 años del abrazo entre Raúl Alfonsín y José Sarney para refundar el vínculo bilateral.

Desde entonces, solo fue cuestión de ponerle fecha y lugar a la cita. Se barajó de Foz de Iguazú, se contraofer­tó Puerto Iguazú y, finalmente, conviniero­n en verse en Buenos Aires. Fernández puso a disposició­n el coqueto Palacio San Martín –y, quizás con un guiño, el CCK como alternativ­a– para el momento tan esperado. Pero la historia no podía terminar con rosas.

“La República Argentina, que se encuentra ejerciendo la Presidenci­a pro tempore del Mercosur, adopta esta decisión (en) pos de proteger la salud de los participan­tes”, indica el escueto parte de ayer. Y especifica “que trabaja para que el encuentro de Presidente­s y cancillere­s se pueda concretar en correctas condicione­s”.

De momento, no se prevén cambios en el programa de la cumbre ya que una parte de los foros –el empresaria­l, el académico y el ciudadano– ya iban a desarrolla­rse de forma virtual. Ahora lo harán también las reuniones de cancillere­s y jefes de Estado. Por obvias razones, no habrá un almuerzo protocolar, salvo que se pongan de acuerdo en el menú y la hora para videoconec­tarse, lo que parece poco probable. Ni tampoco un saludo de puño entre ellos, un codito, al menos, o una sonrisa disimulada bajo el barbijo.

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PRESIDENCI­A ENCUENTRO. El único fue con una fría pantalla de por medio.

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