“Siempre hay un poderoso manejando las cosas”
La dupla que combina actuación, dirección y manejo de títeres participa de dos espectáculos. Rivera López actúa en Segismundo, donde Manzanal lo dirige.
Las trayectorias de Luis Rivera López y Gustavo Manzanal tienen casi cuarenta años de coincidencia en diversos proyectos, muchos de ellos, con Libertablas. En el marco de este prolífico grupo, Rivera López, Manzanal, Sergio Rovner y muchas otras personas han creado espectáculos desde la década del 80. Hasta mitad de este año, la dupla había compartido el espectáculo Todavía Quijote. Ahora mismo, también coinciden en espacios y experiencias. Hasta el 24 de septiembre, de jueves a domingo, en el Teatro Nacional Cervantes, Rivera López sigue dirigiendo Salvajada, un texto en el que Mauricio Kartun reescribe el cuento de Horacio Quiroga “Juan Darién”. En este éxito de la sala oficial, títeres y objetos se integran con los cuerpos de los intérpretes –Valentina Bassi, Carlos Belloso, Mónica Felippa, Diego Ferrari encabezan el elenco–, una línea estética y un recurso escénico que también se ve en Segismundo. Allí, los domingos a las 19 en el Centro Cultural de la Cooperación, Rivera López, en rol de actor, es dirigido por Manzanal, quien realiza esta versión de La vida es sueño, el clásico del Siglo de Oro Español, de Pedro Calderón de la Barca.
—¿Qué sentidos tiene hoy un clásico como “La vida es sueño”?
—GUSTAVO MANZANAL: Soy profesor de Literatura. Así que amo a ese texto, como a tantos clásicos. Además en Libertablas, siempre se interesaron por esas grandes obras que permanecen vigentes. Las circunstancias que plantean deben ser abordadas con sumo cuidado, para no dañar el original y a la vez darle la propia impronta. La vida es sueño es un drama político (además de psicológico), pues la suerte de la Nación está en juego. Hay juegos de poder, relaciones humanas en total crisis, desencuentros, defensa de valores frente a una concepción de la realidad que vacila, que afronta el sueño como disparador de la suerte de cada quien. Pero en la obra el sueño es obligado, compelido, alguien decide por otro para que sea así. No es locura: es sometimiento. Nuestra época tiene, entre otras cosas, este perfil antojadizo de fenómenos que no se explican, que suceden, y siempre uno descubre que hay alguien poderoso
detrás, que está de un modo u otro manejando las cosas de acuerdo con sus intereses y sus creencias. No importa lo absurdas u obsoletas que sean.
— LUIS RIVERA LÓPEZ: La vida de sueño se resignifica tremendamente en la actualidad. Calderón de la Barca pensó esa historia que nos hace dudar acerca de la realidad de todo lo que nos rodea. Esa suerte de metafísica que hoy podemos encontrar cada vez que nos vamos a dormir a la noche y cada vez que nos despertamos. Está la opc i ón de salir por el lado del sueño, por el lado de la fantasía, por el lado de la locura.
— ¿Q u é impronta tiene esta versión que ustedes hacen?
—M: Al variar los nombres de las piezas de origen, nos hacemos cargo de la versión y de la tesitura. La corporeidad de Segismundo es el único habitante de nuestra escena; los acontecimientos recaen sobre él: lo vemos mandando, lo vemos jefe de ejército, lo vemos hijo renunciando a su poder.
—R: Nosotros tomamos el costado de la obra que nos permite pensar en esta suerte de realidad paralela que es la realidad del sueño, tan real como la real. Nunca sabemos muy bien en cuál de las dos realidades estamos inmersos. Esa es la gran problemática de nuestro protagonista. —¿Cómo interactúan títeres, objetos y actores en “Salvajada”, para contar esta historia donde el mundo animal es tan importante?
—R: Salvajada (también Segismundo) es un espectáculo centralmente actoral. Sí, está, por ejemplo, la serpiente, donde lo titiritero es un juego. Pero lo central es ese personaje narrador, hacedor de la magia, representante de la naturaleza. Aparte, aparece la serpiente; la increíble capacidad de la titiritera permite que imaginemos que se trata de dos cuerpos separados. Y el tigre es la metáfora dentro de la metáfora. El tigre, el animal, está representado por un objeto. El personaje central en el fondo es otra cosa, por eso, el actor, para poder expresar esa otra cosa, necesita de algo más allá de sí mismo. El títere es un objeto, sin vida, por lo tanto, no solo remeda un personaje, como sucede con el actor que utiliza su cuerpo, sino que además remeda una vida en algo que no lo tiene, que es ese objeto. Entonces es una doble metáfora. La metáfora, por definición, es poética, vaga. El tigre aúna muchísimas problemáticas: la segregación, el bullying, cómo acercarse al otro, qué es la individualidad, qué cosas somos en el fondo, qué es lo natural y qué no lo es, qué posibilidades tenemos de acceder a nuestro yo más íntimo, reencontrarnos, reconocernos y estar con pares.
“La vida de sueño se resignifica mucho en la actualidad.” Luis Rivera López