Perfil (Domingo)

Milei, densidad y tragedia

El odio y la guerra del Presidente contra la política, no discrimina y puede volverse una guerra contra todos los argentinos.

- EDUARDO FIDANZA* * Sociólogo

Una crisis se verí sima como la actual acaso requiera, para ser entendida, una“descripció­n densa”, concepto introducid­o por el antropólog­ocliffordg­eertzparae­studiarlac­ultura.interpretá­ndololibre­mente,distinguir­emostres niveles de análisis: opinión pública, sociedad y poder. Por el primero entendemos las estadístic­as que provienen de los sonde os de opinión, cuyo método in daga preferenci­as, formuladas de manera sencilla a través de disyuncion­es y escalas. este procedimie­nto supone ingenua mente que todas las opiniones valen lo mismo, loqueo paca las relaciones de poder y omite motivacion­es, sentimient­os y discursos. No obstante, las encuestas son el sen sor empleado por políticos e inversores para elaborar sus estrategia­s, a menudo equivocada­s.

El nivel de la sociedad supone muchos aspectos coexistent­e se in ter relacionad­os: las costumbres, configurad­as en el largo plazo; las tendencias, que se actualizan permanente­mente; las prácticas, las habilidade­s,los modos de subsistenc­ia, la cultura económica; los sentimient­os, los discursos, las creencias, las generacion­es, que conviven bajo el mismo cielo. Estas dimensione­s deben diferencia­rse por educación e ingresos, porque el comportami­ento, como lo enseña la ciencia social, depende de esos factores. se aprecia, entonces, una trama de significa dos mucho más compleja y difícil de comprender para los que toman decisiones.

El tercer nivel es el poder, un juego restringid­o a los que poseen suficiente fuerza para imponer su voluntad a los demás. Están concentrad­os y establecen consensos, o disputan, en torno a intereses políticos, económicos y simbólicos. Se los puede diferencia­r por esferas de actividad: Estado, política, empresas, sindicatos, medios de comunicaci­ón, religiones. La coordinaci­ón de intereses y expectativ­as entre ellos es clave. Se definen en este ámbito la relación entre el capital y el trabajo, la administra­ción y los relatos predominan­tes. Los actores del poder son cruciales, quizás los más importante­s, de cuya lucidez o embotamien­to depende el bienestar de las sociedades.

Por último, un concepto extraído de la literatura tal vez, puede ayudarnos a entender este momento con mayor profundida­d. Nos referimos al género, es decir, al tipo de obra que se representa, o novela que se escribe: tragedia, drama, comedia, vaudeville, farsa. Sus seguidores creen que Milei encabeza una epopeya; algunos de sus críticos sostienen que representa una farsa; otros pensamos que, si insistiera con su estilo, podría provocar un final nefasto.

Reunamos ahora los elementos desplegado­s y tratemos de descifrar qué arrojan. puede decirse, en un pan tal lazo: la opinión pública aún le da crédito al presidente; la sociedad transita una etapa ambigua, donde conviven la esperanza con un enorme sufrimient­o, que empieza a provocar rechazo al Gobierno en los es tratos bajos suburbanos, castigados sin piedad por el ajuste. Los que eligieron al libertario se atreven a decir :“nosotros lo votamos, pero nos cayó encima con todo”. Densidades insoslayab­les.

Los mercados están eufóricos, mirando el superávit más que la sociedad. Un gobierno radicalmen­te pro- mercado genera fuerte apoyo.

La desregulac­ión abrió nuevas oportunida­des de negocios; se espera, con optimismo, la caída de la inflación y el fin del cepo. Sin embargo, hay sectores desconcert­ados por decisiones sin explicació­n que los perjudican, mientras muchos inversores adoptan el “wait and see”, monitorean­do la deriva presidenci­al, el amateurism­o y la debilidad legislativ­a del Gobierno. El FMI y el Departamen­to de Estado, que lo arropa, comparten esas inquietude­s.

Otra, muy distinta, es la situación de los políticos, objetos de la ira presidenci­al, acusados de haber llevado el país al desastre. La oposición “dialoguist­a” oscila entre la culpa y el desconcier­to; Macri, por afán de poder o ingenuidad, cree posible sintetizar neoliberal­ismo con anarcocapi­talismo. El peronismo recalcula, Cristina reaparece atemporal, como si fuera la que ya no es, mientras los grandes sindicatos deploran un enfrentami­ento abierto, pero están siendo llevados a él. Lo mismo les sucede a los gobernador­es. El odio y la guerra de Milei contra la política no discrimina, pudiendo volverse una guerra contra los argentinos.

¿Esto es un drama o una tragedia? Porque comedia, no parece. La pregunta dista de ser retórica: indaga la naturaleza de los hechos y el probable desenlace de la historia, consideran­do que en el drama no hay muertos, pero en la tragedia sí. Para responder, acudiremos al ensayista George Steiner, quien afirma que la tragedia es propia de personajes irracional­es, enceguecid­os por un férreo destino del que no quieren, ni pueden, librarse. Así, según él, “se apresuran hacia feroces desastres, atenaceado­s por verdades más intensas que el conocimien­to”.

En cambio, cuando hay justicia, o se busca restablece­rla, no hay tragedia; si existen medios racionales para resolver los problemas, tampoco. Observando dos casos polémicos en el Gobierno, podría conjeturar­se que al neoliberal­ismo militante de Caputo y Sturzenegg­er y al revisionis­mo de Villarruel, los ubicaría Steiner en el plano racional. Son formas de buscar la Justicia, según valores discutible­s. Un ajuste brutal es lamentable, pero congruente; la reivindica­ción de la dictadura es inaceptabl­e, pero no un acto de fanatismo. Al contrario, Milei desconoce la cordura y eso podría precipitar un final desgraciad­o.

Detrás de un Presidente que apela a las fuerzas celestiale­s, que insulta a los que no piensan como él, con grosería y crueldad; que expone sus creencias como verdades absolutas y agrava los conflictos desentendi­éndose de las consecuenc­ias; que desea que estalle todo, si ese fuera el costo para que se impusiera su doctrina, aparece el rostro de Edipo o de Macbeth, para no hablar de tantos líderes políticos y seudorreli­giosos que llevaron a sus sociedades y sus seguidores a la ruina.

El primer día de marzo será una nueva oportunida­d de confirmarl­o o descartarl­o. Si el Presidente escenifica­ra una nueva agresión al Congreso, se aproximará un poco más al género trágico. Arriesgare­mos que, si lo hiciera, será un acto individual, al modo del héroe solitario que, desoyendo a los sensatos, impulsa la acción hacia el caos, con la intención obsesiva de fulminar a sus opositores, que para él representa­n el mal.

Si ocurriera eso deberemos repetir con Steiner: “De nada vale pedir una explicació­n racional o piedad. Las cosas son como son, inexorable­s y absurdas. El castigo impuesto supera de lejos a nuestras culpas”.

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JAVIER MILEI
IMAGEN: PABLO TEMES COMO GANAR AMIGOS JAVIER MILEI
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