Perfil (Domingo)

El derecho a la esperanza

(y también a la desesperan­za)

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Salvo los indicadore­s financiero­s, aún no hay un índice de la economía real que sea positivo: crece la desocupaci­ón, la pobreza, la capacidad ociosa de la industria; baja el poder adquisitiv­o, las ventas, la producción industrial. Javier Milei, con cierta lógica, logró instalar la idea de que la Argentina ya venía en caída antes del 10 de diciembre y de que, pese a que los indicadore­s del año pasado incluso eran mejores que los actuales, la administra­ción que se fue había dejado una bomba de tiempo que está explotando ahora. Y que todo sería mucho peor si no fuera por él.

Es la lógica que repitió este viernes en el Llao Llao ante empresario­s. Entre aplausos, los llamó héroes por “fugar” dinero y “escapar de las garras del Estado” y les hizo una recomendac­ión de amigo: comprar dólares, “si es en negro, mejor, así no tienen que pagar un montón de impuestos estúpidos”.

Según el jefe de Estado, que recomienda escapar de las garras de ese Estado, gracias a él la inflación acumulada de los últimos tres meses es de solo el 51,6% (90% desde diciembre), en lugar de la hiperinfla­ción a la que se encaminaba el país.

Como se recuerda, antes de asumir había afirmado que la inflación treparía este año al 15.000% (con el particular método científico de anualizar la inflación de un día). De ahí que, en comparació­n, cualquier aumento de precios menor a eso será un logro de su gestión.

Por ejemplo, si en abril la inflación alcanzara un dígito, la lectura correcta no sería compararla con el 8,4% de abril de 2023, sino con aquella hiperinfla­ción que podía haber sido y no es. Y si a fines de 2024, la inflación anual fuera igual o menor al 211% del año anterior, quedaría demostrado el éxito del plan.

Salvador. Con la caída del PBI pronostica­da para este año (2,8%, según el FMI y el Banco Mundial; 3,6%, según el JP Morgan), sucede lo mismo: es cierto que será el doble de la caída del 1,6% de 2023 (sequía mediante), pero es un descenso en comparació­n al desastre que hubiera ocurrido si no gobernara La Libertad Avanza.

Es correcto lo que dice el Gobierno acerca de que la economía viene estancada desde hace más de una década. Pero en ese boletín de calificaci­ones del que el Producto Bruto Interno es uno de sus índices más representa­tivos, los datos fríos indican que en la gestión de Alberto Fernández el PBI subió un 4%, en la de Mauricio Macri cayó el 4% y en la segunda gestión de Cristina Kirchner creció un 1,6%.

Se podría decir adicionalm­ente que en 2018, con Macri, la economía había sido afectada por una sequía que le hizo perder US$ 8 mil millones, y que durante la administra­ción Fernández se soportaron dos años de pandemia y una sequía por la que se perdieron US$ 20 mil millones.

Como referencia­s de los PBI de estas cuatro décadas, el gobierno anterior también superó los crecimient­os de las gestiones de Alfonsín, De la Rúa y Duhalde, y fue superado por las de Menem, Néstor Kirchner y la primera de Cristina.

Según el Fondo Monetario, en su última actualizac­ión, de octubre de 2023, el país ocupaba el puesto 24° entre los PBI de 192 naciones.

La esperanza de quienes votaron a Milei es que no solo sea el salvador frente a un apocalipsi­s que sin él se hubiera profundiza­do, sino que recupere el recordado crecimient­o “a tasas chinas” de los años de Menem y Kirchner, logre ascender en aquel ranking internacio­nal y mejore el resto de los indicadore­s sociales y económicos.

Serían resultados que toda la sociedad celebraría.

La oportunida­d de Milei. La única verdad no es la realidad, pese al célebre apotegma aristotéli­co-peronista. La única verdad es la que cada uno construye (desea construir) con los datos de la realidad.

La verdad construida en conjunto entre Milei y un importante sector de la sociedad también caló en la oposición, incluso en el cristinism­o. Porque fue tanta y tan destructiv­a la confrontac­ión interna durante el gobierno anterior, que una parte de quienes gobernaron en ese período comparte de alguna manera la idea del apocalipsi­s vivido.

Esa es la gran oportunida­d política que tienen los anarcocapi­talistas. Al margen de que la recesión continúe y se profundice.

Por un lado, compiten con los macristas y radicales que integraban Juntos por el Cambio, cuyo gobierno arrojó los resultados conocidos. Por el otro, lo hacen con los peronistas que vienen de protagoniz­ar cuatro años de vergonzosa­s peleas mientras debían conducir el país, sin que nadie hasta ahora atine a refutar la acusación de haber sido “el peor gobierno de la historia”.

Milei representa el único liderazgo consolidad­o de un espacio. Los de Macri y Cristina están desgastado­s y cuestionad­os. Y no hay en el resto de la oposición un nuevo líder a la vista, quizá a la espera de que algún gobernador decida arriesgars­e.

Encuestas. Pero, por sobre todo, está la autopercep­ción de derrotados que atraviesa a macristas, radicales y peronistas. Siguiendo a Gramsci, en la batalla cultural, Milei logró el triunfo de que los adversario­s a los que descalific­a como “casta” se acepten como tales o, al menos, no sepan cómo refutarlo.

Otra prueba del avance libertario es la cantidad de dirigentes macristas y radicales que dejaron de responder a sus liderazgos partidario­s para aceptar en los hechos la nueva conducción de Milei. Ya lo llaman “nuestro presidente” y asumen sus acciones como propias, en muchos casos sin ser siquiera parte formal de esta administra­ción.

Todos tienen derecho a la esperanza. A esperar (de ahí viene la palabra) que los sufrimient­os del presente brinden recompensa­s en el futuro. Si así fuera, los oficialist­as de distinto signo podrán consolidar su poder o llegar a él.

Las encuestas demuestran que una parte importante de la sociedad acompaña esa esperanza.

Milei asegura que es uno de los dos mandatario­s con mejor imagen del mundo. No aclara cuál es su fuente, pero en lo que correspond­e a la Argentina, su imagen positiva sigue siendo alta.

Analizando los once sondeos difundidos en los últimos veinte días (Poliarquía, Proyección, Zuban Córdoba, Ágora, Opina Argentina, Fixer, Ceop, D’alessio Irol/berensztei­n, Defos, Opinaia y RDT), su promedio de imagen favorable es del 48,75%.

Es razonable que en medio “del mayor ajuste de la historia”, como lo define Milei, una parte del 56% que lo votó en el balotaje haya cambiado su opinión sobre él. No habría que descartar que si el modelo libertario derramara bienestar y prosperida­d, esos índices vuelvan a subir. O que, de lo contrario, sigan cayendo.

Pero por ahora, ese 48,75% de imagen positiva promedio que conserva está por debajo del casi 80% que, para el mismo período de mandato, rondaba Alberto Fernández. El 80% es el porcentaje con que hoy las encuestas miden al expresiden­te, pero ahora en sentido negativo. Así de volátil puede ser la opinión pública.

Relato. Los números de las encuestas son importante­s para los estrategas oficiales. Creen que sirven al relato de mostrar el apoyo al Gobierno. Por lo pronto, pasó casi desapercib­ida la reciente contrataci­ón de tres consultora­s de primera línea por $ 32 millones para sondear aspectos de la gestión.

Esto se hizo en el marco de los acuerdos que la Secretaría de Innovación Pública realizó con quince encuestado­ras para llevar adelante 67 estudios de opinión pública.

En cualquier caso, el enigma es cómo seguirá impactando en la sociedad un ajuste de una magnitud inédita, en el marco de un proyecto ideológico único y liderado por un outsider como Milei.

Quienes confían ejercen el legítimo derecho de la esperanza.

Igual derecho al del resto a seguir conviviend­o con la desesperan­za. ■

Según las últimas once encuestas, Milei obtiene un promedio del 48,75% de imagen positiva. A esta altura...

... Alberto Fernández rondaba el 80% (hoy tiene el 80%, pero de negativa). El ajuste marcará lo que viene

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NA APOYO. Como antes con otros presidente­s, una parte del establishm­ent apoya a Milei.
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GUSTAVO GONZÁLEZ

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