Perfil (Sabado)

El marketing del cambio

- JAVIER CALVO

Desde hace un tiempo, en especial desde el resultado electoral de las PASO de agosto, hemos tratado de explicar desde estas páginas por qué al kirchneris­mo no hay que darlo por muerto, políticame­nte hablando. Pese a lo que nos quieren hacer creer los ultra K o anti K, eso no es bueno o malo per sé. Tratar de entender los procesos políticos y sociales desde la lógica binaria no sólo responde más a deseos e intereses, también lleva a análisis incompleto­s y sesgados.

Esta semana, el kirchneris­mo –que a fin de cuentas no deja de ser la expresión actual del peronismo– ha vuelto a dar muestras de su capacidad para intentar transforma­rse en algo distinto. Se sabe, esa es la tradiciona­l fórmula peronista para conquistar, ejercer o mantener el poder.

Cristina, la que iba a volver a media máquina o acaso no iba a volver nunca según la mitología opositora, tiró por la ventana lo que creyó que era necesario para cambiar de imagen. Tres de sus más fieles escuderos vieron rodar sus cabezas sin mayores explicacio­nes ni preámbulos: Juan Manuel Abal Medina, Mercedes Marcó del Pont y Guillermo Moreno. Cuesta hasta poner en esa foto de salida a Hernán Lorenzino. No puede salir de foco lo que nunca estuvo.

Las primeras señales presidenci­ales en el regreso fueron claras. En el video casero made in Florencia (justo cuando trascendió el contrato directo con la productora de TV que la sigue a todos lados) parecía una reina, ocupada de ella y de sus circunstan­cias, no de los problemas de la gestión. Las novedades las daría horas después su vocero.

En su vuelta a la Casa Rosada, lo mismo. Nada de embarrarse, para eso ahora hay otros. Pero en los discursos no pudo con su genio y verbalizó su pragmatism­o, a partir de defender la idea de asociarse con quien fuera necesario y de no tener anteojeras. Volvió a flirtear así con la máxima de su difunto esposo (“No escuchen lo que digo, miren lo que hago”). Otra vez, peronismo puro.

En ese sentido puede entenderse también por qué se difundió como única actividad extraminis­terial de CFK haber recibido en Olivos a Martín Sabbatella, su soldado anti Clarín.

Conviene igual no dejarse arriar por las apariencia­s, que a veces engañan. Moreno cayó, pero siguen en el frente de batalla otros capitanes del sistema que supuestame­nte se quiere modificar. Y es cierto que ahora empezó a haber conferenci­as de prensa, tanto como los reservados llamados oficiales cuasi intimidato­r ios a líderes empresaria­les para que digan en público lo bueno que será para el país esta reforma ministeria­l. Varios accedieron hasta con gusto. Hay cosas que nunca cambian.

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JUAN OBREGON RENOVACION. El Gobierno busca mostrarse dinámico.

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