Perfil (Sabado)

Abal Medina, decepciona­do con su sorpresiva separación de la Rosada

- MARIANO CONFALONIE­RI

Fue una de las peores noticias que recibió desde que está en política. El lunes, Cristina Kirchner lo removió de la jefatura de Gabinete, el cargo más importante del Gobierno, y lo sacó así del proyecto “nacional y popular” que supo defender con lealtad. Y hasta con “obsecuenci­a”, según sus enemigos dentro de la esfera K.

A los 43 años, Juan Manuel Abal Medina se sintió decepciona­do. El miércoles asistió a la jura de los nuevos ministros y se lo vio pasear por los pasillos de la Casa Rosada cabizbajo. Al puñado de diputados amigos que llamó les confesó que no se lo esperaba, que nunca pensó terminar así.

Cuando le adelantó su decisión, la Presidenta argumentó que lo enviaba a Chile para jerarquiza­r los vínculos con el futuro gobierno de Michelle Bachelet.

Durante la licencia de Cristina fue vocero de su recuperaci­ón, y uno de los pocos que hablaban con ella por teléfono; incluso tuvo el privilegio de visitarla en la intimidad de Oli- vos. Sin embargo, CFK le comunicó su salida del Gobierno recién el lunes pasado, cuando lo recibió en la residencia.

Disimuland­o su estado de ánimo, Abal Medina elogió a su reemplazan­te, Jorge Capitanich, en su cuenta de la red social Facebook.

Antes de su partida había muchos rumores sobre su futuro. Funcionari­os y ministros

Todavía no aceptó el cargo de embajador en Chile. Esperaba ser premiado

decían casi sin tapujos que sería reemplazad­o por el gobernador entrerrian­o, Sergio Urribarri. Aunque la versión la habría hecho circular el poderoso secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, Abal nunca le dio crédito. Hasta que el rumor se hizo realidad, pero con otro gobernador.

Desde que asumió en 2011, Abal Medina pasó a ocupar un rol de subordinad­o, al que muchos ministros no respondían. Para cada decisión consultaba a la Presidenta. Su puesto se convirtió así en un lugar de poco poder: en sus manos sólo quedaban el manejo de la pauta oficial y la bajada de línea a los medios oficialist­as, tarea que aprendió de su cargo anterior, en la Secretaría de Medios.

Su salida de la jefatura de Gabinete no sólo representa un cambio de “titulares” sino de roles, y cómo el Gobierno decidió reformular el poder en la Casa Rosada. Cristina eligió potenciar la figura del ministro coordinado­r entregándo­le la gestión cotidiana, el diálogo con los ministros, gobernador­es e intendente­s y la relación con la prensa.

Abal Medina es politólogo recibido en la UBA con honores. Tiene el promedio más alto en la historia de la carrera, 9,50, y es titular de una cátedra. Es respetado en el mundo académico, pero nunca logró lo mismo en la función pública. Fumador compulsivo (consume tres atados de cigarrillo­s negros al día), juró por Néstor cuando Cristina lo ungió jefe de Gabinete, en diciembre de 2011. Con el ex presidente tenía una relación especial: había sido su jefe de despacho en Diputados y luego su asesor en la Secretaría General de la Unasur.

En junio de 2011 fantaseó con ser el compañero de fórmula de CFK, pero ella se inclinó por Amado Boudou. Fue su primera decepción. Creía que tanta lealtad merecía finalmente un premio, pero se equivocó.

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AG LA PLATA EN LA JURA. El funcionari­o no pudo esconder su desencanto.

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