Perfil (Sabado)

Cómo deshacerse de un saque del DT más ganador y del ídolo más querido

Angelici imagina para junio un Boca sin Bianchi y con Barros Schelotto, y por eso aplica el plan desgaste para hacerlo renunciar. El Mellizo, además, forzaría la partida de Riquelme.

- MARCELO RODRIGUEZ

Con remotas chances en el Torneo Inicial y casi sin Copa Libertador­es 2014, Boca se inventó su propio campeonato. Uno interno que decidieron jugarlo todos; los de afuera, tampoco son de palo. Juega Juan Román Riquelme cuando da una asistencia y también cuando mira desde el palco 23 de los 48 partidos que disputó Boca en el año. Juega Daniel Angelici cuando dice que “sin títulos es difícil renovar, aunque se trate de Bianchi”. Patea al ángulo el Virrey cuando dice sin decir: “No hago comentario­s”. El silencio envuelve la crítica solapada al presidente del club, uno de sus principale­s detractore­s. Da el primer pase el dir igente Marcelo London, cuando habla y pone en cancha los planes A y B de Angelici: Guillermo Barros Schelotto y Martín Palermo, respectiva­mente.

“Aplican la estrategia del desgaste”, hace su lectura ante PERFIL el ex miembro de la actual CD Horacio Palmieri. La idea de apuñalar el ego de Bianchi remite a una fecha: junio de 2014. Cuando Messi y compañía irrumpan en los estadios de Brasil, Angelici quiere asegurarse que Boca sea un equipo Mellizo. Si bien el actual entrenador tiene contrato por tres años (aún no se cumplió el primero) hay una cláusula de rescisión a mitad de camino. A ese horizonte apunta la conducción de Boca, que lanzó sus dar- dos aunque prometió no tocar a ninguno del cuerpo técnico. “Si se meten con sus segundos, Bianchi se va”, resume en off un allegado al DT. Angelici lo sabe y no arriesgarí­a su ca- pital político por activar semejante movida. Por ahora. Doble efecto. La jugada involucra a un 10, un ex 7 y un ex 9. Con Bianchi afuera y Guillermo adentro, sería el fin de Riquelme en Boca. “Ojalá Bianchi cumpla su contrato y se quede ocho años más”, lo cubrió Román; se cubrió Román. Y agregó: “Todos los que tuvimos la suerte de ganar títulos, ojalá tengan la suerte de ser directores técnicos. Pero a algunos les costará más y a otros menos llegar a serlo”. Trompada.

El capitán de Boca siempre fue mirado de reojo por Angelici. Sin embargo, so

brevive a los cambios por el blindaje de La Bombonera y las encuestas de ídolos que encabeza cualquiera sea la consultora. El estratega lesionado sufre la estrategia del nuevo orden. Riquelme es “intocable” para el discurso pero el blanco perfecto puertas adentro. Algunos directivos lo consideran un jugador caro que ya no hace diferencia­s y tampoco es el espejo que pretenden para los más chicos del plantel. Guillermo es la cara perfecta: políticame­nte PRO, exitoso con Lanús (jugará la final de la Copa Sudamerica­na), dueño de un pasado glorioso con Boca como futbolista y un DNI de 40 años (la generación que pretende Mauricio Macri) y antirrique­lmista. El candidato ideal tiene contrato en su club hasta junio. En un entramado

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FO TO S: CE DO C PE RF IL GUERRA SILENCIOSA. Angelici nunca fue bianchista y a Riquelme lo prefiere bien lejos. No los echa para no pagar el costo político.

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