Una experiencia teatral de gran impacto
La Bienal de Arte Joven ofrece en sus comienzos un espectáculo de fuerte impacto que por un lado responde a líneas muy actuales de la dramaturgia local, y por el otro se juega al darle una estructura de musical casi operístico. Los monstruos pueden verse si se quiere como un desprendimiento del “efecto Tolcachir” que tanto influye en la escena porteña.
Pero conviene aclarar que aquí no estamos ante la clásica “familia disfuncional” que ya tiene rango de género. La cosa pasa por otro lado. Sólo dos personajes, hombre y mujer jóvenes con hijos chicos. Ambos son ajenos entre sí, aunque los une el colegio privado donde mandan a su niño (él) y a su nena (ella). La dramaturgia de Dionisi los pone a disputar un juego de doble articulación, hablan al público en a veces exasperado discurso de queja, lamento, furia, pero también dialogan entre ellos con la violencia de un ring de boxeo. Cada uno defiende a su vástago en nivel de tolerancia cero y de paso dejan huellas nítidas de la clase media acomodada a la que pertenecen con tics de “gente bien” que funcionan fantástico en la platea.
La idea es brillante: la simbiosis padres-hijos reproduce como un espejo perfecto lo que el público en su mayoría conoce, vive o ha vivido. Como en el día a día verdadero, los puentes de comunicación con los chicos son espasmódicos, colmados de adrenalina y sobre todo infiltrados de una culpa estremecedora. Porque estos progenitores aún jóvenes pueden ser protectores y mimosos hasta el empalago, y de pronto feroces hasta el borde del filicidio.
Queda claro que con este planteo escénico la mochila que cargan los intérpretes es pesada. Ellos lo son todo y de su vínculo, de su entrega, se encenderá la magia en cada función. Por si fuera poco teatralmente hablando, DionisiRodríguez los hacen cantar. Y lo afrontan con mucho brío secundados por un cuarteto en vivo que acompaña sin invadir: como en el circo un fragor de batería precede a un salto en el vacío, un solo de bajo subraya un flash de depresión. Los dos subyugan con sus actuaciones, aunque el carisma y la potencia de Natalia Cociuffo son arrasadores, tiene dos o tres momentos que la dibujan de nuevo como la notable actriz que sobradamente mostró en una rica carrera donde lucen Natural o Ghost - El musical, sin duda lo suyo figura entre los mejores trabajos femeninos del año. Mariano Chiesa resuelve su papá en otra tesitura un poco más cauta y controlada, pero con una ternura cautivante.
Los monstruos es una propuesta intensa y rica, para no perdérsela.