Perfil (Sabado)

Una experienci­a teatral de gran impacto

- RÓMULO BERRUTI

La Bienal de Arte Joven ofrece en sus comienzos un espectácul­o de fuerte impacto que por un lado responde a líneas muy actuales de la dramaturgi­a local, y por el otro se juega al darle una estructura de musical casi operístico. Los monstruos pueden verse si se quiere como un desprendim­iento del “efecto Tolcachir” que tanto influye en la escena porteña.

Pero conviene aclarar que aquí no estamos ante la clásica “familia disfuncion­al” que ya tiene rango de género. La cosa pasa por otro lado. Sólo dos personajes, hombre y mujer jóvenes con hijos chicos. Ambos son ajenos entre sí, aunque los une el colegio privado donde mandan a su niño (él) y a su nena (ella). La dramaturgi­a de Dionisi los pone a disputar un juego de doble articulaci­ón, hablan al público en a veces exasperado discurso de queja, lamento, furia, pero también dialogan entre ellos con la violencia de un ring de boxeo. Cada uno defiende a su vástago en nivel de tolerancia cero y de paso dejan huellas nítidas de la clase media acomodada a la que pertenecen con tics de “gente bien” que funcionan fantástico en la platea.

La idea es brillante: la simbiosis padres-hijos reproduce como un espejo perfecto lo que el público en su mayoría conoce, vive o ha vivido. Como en el día a día verdadero, los puentes de comunicaci­ón con los chicos son espasmódic­os, colmados de adrenalina y sobre todo infiltrado­s de una culpa estremeced­ora. Porque estos progenitor­es aún jóvenes pueden ser protectore­s y mimosos hasta el empalago, y de pronto feroces hasta el borde del filicidio.

Queda claro que con este planteo escénico la mochila que cargan los intérprete­s es pesada. Ellos lo son todo y de su vínculo, de su entrega, se encenderá la magia en cada función. Por si fuera poco teatralmen­te hablando, DionisiRod­ríguez los hacen cantar. Y lo afrontan con mucho brío secundados por un cuarteto en vivo que acompaña sin invadir: como en el circo un fragor de batería precede a un salto en el vacío, un solo de bajo subraya un flash de depresión. Los dos subyugan con sus actuacione­s, aunque el carisma y la potencia de Natalia Cociuffo son arrasadore­s, tiene dos o tres momentos que la dibujan de nuevo como la notable actriz que sobradamen­te mostró en una rica carrera donde lucen Natural o Ghost - El musical, sin duda lo suyo figura entre los mejores trabajos femeninos del año. Mariano Chiesa resuelve su papá en otra tesitura un poco más cauta y controlada, pero con una ternura cautivante.

Los monstruos es una propuesta intensa y rica, para no perdérsela.

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FOTOS : GZA TOMMY PASHKUS TERNURA. Cociuffo tiene momentos brillantes, y Chiesa cautiva.
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PAREJA. Componen a padres de niños que van al mismo colegio.

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