Organizan fiestas silenciosas’ de lectura para desconectarse por un rato del celular
Van con sus libros y comparten un espacio común para leer sin hablar ni mirar el teléfono. Además, hacen encuentros de escritura a mano, recitales a ciegas y boliche con auriculares.
En la planta baja del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), una multitud está sentada en el piso, leyendo en silencio, cada uno con su propio libro en mano y sin celulares a la vista. También ocupan las sillas y sillones colocados a lo largo del hall. Cada tanto, alguien se levanta a servirse una copa de vino o una taza de café que se ofrecen en forma gratuita y continúa la lectura silenciosa.
Se trata de la pr imera Winter Reading Party que se realizó el martes en el museo y que atrajo más de 250 personas en plena noche de invierno para hacer simplemente eso: juntarse a leer y despojarse de la tecnología por un rato. Detrás, un DJ coloca música funcional. Y quienes no llevaron su libro pueden pe- dirlo prestado en el puesto de la librería del centro cultural La Casa del Arbol, donde se hicieron las dos primeras ediciones del evento y en el que proyectan más fechas.
La iniciativa comenzó a implementarse en Seattle, en es- pacios tranquilos, y pronto se extendió por el mundillo cultural y under de las ciudades de Estados Unidos y Europa. A Buenos Aires llegó de la mano de Jeb Koogler y Andrés Wind, un estadounidense y un argentino que hace dos meses fundaron Disconnect, una iniciativa con la idea de promover espacios y eventos libres de tecnología, para hacer un “balance más sano entre la vida tecnológica y el mundo real”.
Ambos consideran a ésta como la ciudad perfecta para traer el evento: “Hay una tensión entre que acá se lee mucho, y a la vez se usa muchísimo el celular. La gente viene a estos lugares para pasar un rato desconectado, enfocarse en algo y despejarse de la vida diaria”, ex pl ic a Koog ler. Entre los próximos proyectos, planean coordinar encuentros de escritura también offline para sentarse a escribir, a mano, sin notebooks. Sin ruidos. La adicción al celular y a la tecnología en la vida diaria generó varios tipos de movidas y espectáculos inspirados en el unplugged. Así es como algunos bares de la Ciudad, Córdoba y Salta proponen dejar el teléfono a un lado, haciendo descuentos especiales a quienes sigan la consigna. El artista y músico Shoni Shed armó el espectáculo Club silencio, un “recital a ojos cubiertos” que, tomando el nombre de las películas de David Lynch, propone relax, taparse los ojos, desconectarse y entregarse a los sentidos. Y para ir a bailar, las discos “silenciosas”, inspiradas en las quiet parties estadounidenses, también llegaron hace unos años al país: allí, en vez de llevar un libro propio, los asistentes eligen qué música escuchar en los auriculares inalámbricos. “Puede ser en un boliche o en una fiesta particular: la gracia es que no se escucha ese ruido que detona la cabeza, elegís a qué DJ escuchar y qué volumen le querés dar”, explica Andrés Schnayman, de la productora Pez Líquido y la marca Silent Sounds.