Perfil (Sabado)

ENTRE ALFAJORES

- M.M.

Apoco más de tres horas de Buenos Aires, Rosario y Santa Fe preparan sus mejores galas para recibir turistas en las próximas vacaciones de invierno. Entre la modernidad y el río Paraná, Rosario, la cuna del Amargo Obrero, “el carlito” –sándwich típico– y los helados artesanale­s, tiene algo lúdico en todas partes. Aquí, todo el año hay opciones para los más chicos. Parques temáticos, granjas, proyectos para pequeños inventores y museos. La imaginació­n también tiene otra sede en el Jardín de los Niños, en el Parque Independen­cia, un gran oasis temático con diferentes propuestas gratuitas o de muy bajo costo. “La montañita encantada” está llena de entradas falsas, obstáculos y señales para interpreta­r. Los interesado­s en la ciencia aprenden en la instalació­n “Leonardo, el inventor”, dedicada a Da Vinci, y ¿quién va a resistirse a la tentación de volar con una máquina que permite balanceos, saltos y recorridos con arneses? Dos embarcacio­nes del siglo XVI convertida­s en trepadores gigantes son ideales para el despliegue físico y “La máquina de sonar” combina el lenguaje sonoro con lo corporal para componer música. En una muestra interactiv­a en la que se ven obras de grandes artistas como Mondrian, Klee, Picasso, Miró y Kandinsky, entre otros, los chicos se dan cuenta de que algunos grandes “pintaban como niños” y dan rienda suelta a la creativida­d en estado puro. Por supuesto, ciudadanos ilustres como Roberto Fontanarro­sa también tienen su espacio en otros juegos. Por su parte, en tres pisos, el Museo de los Niños es una miniciudad, en donde chicos de 3 a 12 años aprenden qué es una oficina de trabajo, un aeropuerto, un banco, una estación de servicio, una maternidad, un puerto y un supermerca­do con clientes y cajeros. A su turno, el Planetario Luis C. Carballo propone mirar el cielo como si fuera la primera vez. Hacer burbujas gigantes, aprender qué es la genética o conversar sobre el tiempo son algunas de las actividade­s que hoy tienen lugar en la antigua estación de trenes de Rosario, reciclada y convertida en la Isla de los Inventos. Y la clásica Plataforma Lavardén seguirá con una variada oferta de obras y espectácul­os circenses. Para los grandes, el brillo del río contrasta con el aroma penetrante de las orillas, postal tentadora para emprender largas caminatas o paseos en bicicleta hasta el Monumento a la Bandera y los barrios recuperado­s. La jornada en Rosario debería incluir un desayuno con un alfajor santafesin­o, un almuerzo con la pesca del día, una cerveza artesanal mientras cae la tarde y una bagna cauda (una especie de fondue con una salsa de origen italiano donde sumergir vegetales) a la hora de la cena en bodegones o lujosos restaurant­es. El viento acaricia la cara de los viajeros que se embarcan para la pesca con devolución en el río Paraná. Las leyes provincial­es establecen protección de especies –en particular el Dorado, declarado Pez Turístico Provincial–. En el majestuoso Paraná y en afluentes de las localidade­s Florencia, Reconquist­a, San Javier, Cayastá, Rosario y Arroyo Seco, el ritual se repite todo el año excepto en noviembre y diciembre, época de vedas. Al noreste de la provincia, Jaaukanigá­s (“gente de agua”) ofrece 492 mil ha de agua dulce en un ambiente completame­nte agreste. Hay lobitos de río, osos mieleros, carpinchos, monos aulladores yararás, yacarés y hasta anacondas amarillas. Todos ansían cruzarse con un aguará guazú, uno de los más escurridiz­os; las aves están representa­das por más de 300 especies que pasean por ese paraíso acuático. Y conviven con el dorado, el sábalo y el surubí.

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FOTOS: CEDOC PERFIL
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JAAUKANIGA­S. Por los afluentes del Paraná, kilómetros de humedales con una increíble fauna y flora litoraleña. Se visita todo el año.

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