Perfil (Sabado)

Delató a Pérez Corradi.

Un ex informante de la SIDE dijo dónde estaba y pide $ 2 millones de recompensa.

- EMILIA DELFINO

Marcelo Mansilla vive en la triple frontera desde hace 21 años, entre Puerto Iguazú, Ciudad del Este y Foz de Iguazú. El lunes llegará a Buenos Aires para reclamar la recompensa de $ 2 millones por haber entregado la informació­n que condujo a Ibar Esteban Pérez Corradi. Asegura que es civil –condición para pedir la recompensa– y que se dedica “a todo tipo de negocios lícitos” en esa zona caliente donde se chocan Paraguay, Brasil y Argentina. “No soy ni fui orgánico de ninguna fuerza ni servicio de inteligenc­ia”, aclara, y cuenta a PERFIL su versión del fallido operativo para arrestar al prófugo en Ciudad del Este durante el verano. Mansilla dice que actuó como informante y que rastreó al supuesto autor intelectua­l del triple crimen de General Rodríguez hasta localizarl­o en el sur de Brasil, donde finalmente cayó el 19 de junio.

—¿Cómo dio con el paradero de Pérez Corradi?

—Arrancó todo en enero, cuando vi la foto en los medios y me parecía haberlo visto. Me comuniqué con un amigo en Buenos Aires que tiene contactos judiciales y él me puso en contacto enseguida con los fiscales de la causa –los fiscales de Mercedes–. Yo estoy en un boliche de Puerto Iguazú y me parecía haberlo visto ahí.

—¿Cuántas veces lo vio a Pérez Corradi?

—Una vez, en el boliche, unos cuatro meses antes de reconocerl­o. —¿Por qué lo recordó? —Acá el acento porteño llama enseguida la atención. Pérez Corradi mide más de 1,80 m; con el pelo corto, tiene el mismo corte que usan acá los árabes, también la barba candado. Pero con acento porteño.

—¿Cómo fue el primer operativo?

—Después del contacto con los fiscales, me ponen en contacto con Gendarmerí­a. Ellos confirman la informació­n y viajan.

—Gendarmerí­a terminó siendo criticada y apartada de la búsqueda...

—Pero ellos hicieron un trabajo excelente. Yo hice de guía en Ciudad del Este. Vestíamos como los paraguayos, bermudón y gorra. Los gendarmes pa- recían paraguayos y hablaban guaraní. Teníamos informante­s en el country, hicimos guardias durante unos diez, doce días. —¿Cómo terminó? —Eran tres gendarmes y yo, pero no podían actuar en Paraguay. Teníamos que localizar a Pérez Corradi y recién ahí ir a declarar a la Policía Nacional para que lo arrestaran. El 12 de febrero lo teníamos cercado. Nos presentamo­s en la delegación policial y comunicamo­s lo que estábamos haciendo. Hicieron un memo. Yo figuro como agente porque no podía decir que era informante. Nos fuimos al hotel. Me llamó el oficial principal Vargas para que fuera a identifica­r a una persona en un restaurant­e adentro

Yo hice de guía en Ciudad del Este. Con los gendarmes vestíamos como paraguayos, ellos hablaban guaraní.

del country. Entré al lugar, fui hasta el baño, vi al hombre que ellos decían que era Pérez Corradi. Salí y les dije: “No es”. Pero se quedaron para identifica­rlo igual. El documento decía que era Marcelo Bottini. Lo demoraron cuatro minutos. Resultó ser un cantante de cumbia. Termina todo y aparece adentro del country un camarógraf­o del canal Telefuturo. El policía Vargas le permite grabar el memo con nuestros nombres. Nos jugaron una maniobra. —¿Por qué? —Al principio, los paraguayos no sabían de la recompensa. Cuando se enteraron, se dividieron en grupos a la cacería. Una vez que se revelaron nuestros nombres en la prensa ya no podíamos estar ahí. Paraguay es muy peligroso, y la policía es muy peligrosa cuando se trata de dinero.

—¿Qué pudo averiguar sobre Pérez Corradi?

—Supe que en el country se quedaba los jueves para visitar a la novia. Ella (Gladys Brítez) se movía en un vehículo que costaba US$ 40 mil. Lo teníamos identifica­do. La mujer estaba embarazada. Manejaban mucha plata. Se decía que él vendía anabólicos al por mayor.

—¿Qué pasó después de la captura frustrada?

—Sabía que lo estábamos buscando. Por eso se va a fines de febrero, principios de marzo a Foz de Iguazú. Yo seguí buscándolo. Para principios de marzo ya había nacido su hijo. Me comuniqué con la privada de la ministra (Patricia) Bullrich y con su jefe de Gabinete, Pablo Noceti; con el jefe de la PSA, Alejandro Itzcovich; y con el je- fe de Interpol, el comisario jefe de Interpol en Argentina. Les di la informació­n. Tengo todos los mensajes, chats y audios guardados y voy a presentarl­os con mi abogado –Alejandro Sánchez Kalbermatt­en– ante el Ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires.

—¿Cómo pudo realizar este trabajo sin ser agente?

—Yo colaboré con otras detencione­s importante­s en el pasado. Los agentes locales necesitan informació­n sobre la triple frontera. Acá una pregunta cuesta entre mil y dos mil dólares. Después de 21 años, tengo muchísimos contactos. Sé a quién ir si necesito saber quién está vendiendo anabólicos.

Paraguay es muy peligroso, y la policía paraguaya es muy peligrosa cuando se trata de dinero. Nos jugaron una maniobra.

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MANSILLA Y CORRADI. La cara del informante fue distorsion­ada por su seguridad. (Der.) El prófugo de la efedrina, tras su captura.
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FOTOS: CEDOC PERFIL

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