Perfil (Sabado)

Una búsqueda riesgosa por informació­n de inteligenc­ia en medio del conflicto

- DAMIAN NABOT

La reducción de comisarios en la provincia de Buenos Aires que implementó María Eugenia Vidal concentró en menos manos la recaudació­n de dinero negro provenient­e de los negocios ilegales, como la prostituci­ón o el juego clandestin­o. Pero no logró cortarla, como reconocen secretamen­te quienes saben de los pliegos más oscuros de fuerza. Como una obsesión que no acierta a resolver, la gobernador­a cosecha todas las semanas opiniones sobre la seguridad y la forma de controlar su ejército de 90 mil efectivos. Sabe que aún no encontró la fórmula. El ministro de Seguridad, Cristian Ritondo, sacó todo el jugo que pudo a la captura de José López. Ya no sirve. La última idea que se extiende en la Gobernació­n es poner en marcha una división de inteligenc­ia criminal que reclute a otros policías por fuera de la Bonaerense.

La ansiedad que recorre a la administra­ción de Vidal es tener informació­n fidedigna, saber qué es verdad y qué mentira en el caldero donde están parados. Un caldero en el que Elisa Carrió arrojó nuevas brasas al afirmar que el jefe de la fuerza bonaerense, Pablo Bressi, es “un cómplice de los narcos”.

El vínculo entre la Bonaerense y Vidal está atravesado por la desconfian­za. A las prevencion­es iniciales se agregaron policías sorprendid­os mientras revolvían sus cajones, un asalto al intendente de La Plata y el atentado contra su ministro de Gobierno, Federico Salvai, quien encontró su casa dada vuelta.

A Vidal le llegan informes de supuestas conspiraci­ones, como aquel que entrelaza al matancero Fernando Espinoza con César Milani. Por ahora nada logró la contundenc­ia necesaria para transforma­rse en una denuncia judicial.

Y así las ansias por informació­n empujan a Vidal y su equipo a los márgenes, como los contactos que abrió el Ministerio de Seguridad con los personajes de Dark Star, como se denominó en una investigac­ión judicial a la trama de participan­tes de un conjunto de negocios privados en torno al tráfico de informació­n. La causa dio a conocer nombres de espías y empresario­s, incluso de dueños de medios de comunicaci­ón, que intentaron competir con el entonces activo Jaime Stiuso.

A las sospechas por los ne- gocios de la cúpula policial se suma también la presión salarial de los cuadros intermedio­s, que se expresa a través de los gremios que agrupan a los policías bonaerense­s. Todo el cuadro enmarcado por la persistenc­ia del delito. Un laberinto candente al cual la gobernador­a aún no le encontró una salida definitiva.

La última idea es poner en marcha una división de inteligenc­ia criminal

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CEDOC PERFIL TANTEOS. Vidal recopila opiniones sobre la situación policial.
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