El desafío de las plagas resistentes a los herbicidas
“Hay que entender que las malezas siempre se adaptan y terminan ganando”, aseguraron los expertos reunidos en un encuentro nacional de enfermedades. Aconsejan recurrir a profesionales para el diagnóstico.
En los últimos ciclos la agricultura no la tuvo fácil. Al menos como la concebimos por estas latitudes, con siembra directa y biotecnología. A más de veinte años del “veranito” que supieron atravesar los agricultores con la ayuda invalorable del glifosato, que controlaba en forma efectiva todas las malezas, últimamente se advierte un escape importante de especies resistentes al archiconocido producto. Y como si esto fuera poco, comenzaron a aparecer también índices de resistencia en las plagas que combaten ciertos insecticidas, así como en los hongos que controlan determinados fungicidas.
El ingeniero agrónomo Daniel Igarzábal da en el clavo cuando afirma: “Hay que entender que la plaga siempre gana. Cambia y se adapta”. Y puede hacerlo, en parte, porque siempre se realizan las mismas prácticas culturales en los cultivos. Y de repetir y repetir se puede llegar a la resistencia. Por eso, el ingeniero Alberto Peralta alerta: “El panorama hoy es que si seguimos haciendo lo mismo habrá más resistencia. Y hay que hacer un cambio cultural más que técnico para frenarlo”. Peralta consideró que si bien están todos los actores conscientes de lo que pasa, no están alineados, “no hay interacción entre el sector privado, las empresas y el sector público”.
Y es que para Igarzábal recién se hace algo cuando se palpan las consecuencias. Por eso califica como un doble salto el que debe dar el agricultor. “No está acostumbrado a manejar plagas, sino a controlar plagas. El primer salto es manejar la plaga y el segundo es manejar la resistencia. De ahí nuestra apuesta en insistir en el monitoreo, en la biología, en el manejo de chinches y de orugas, o en la ecofisiología de las malezas antes que en el herbicida y las dosis. Hay que volver a las bases en malezas y plagas y luego hay que ponerse a trabajar en la resistencia”, aconsejó.
Algunas herramientas muy útiles vuelven porque la realidad lo empuja. “El sistema está obligando al productor a hacer monitoreo”, dijo Peralta. “El desafío es aceptar que se está haciendo un diagnóstico de problemas. Es como un médico que primero debe conocer un cuerpo sano para luego poder diagnosticar una enfermedad”.
Para Igarzabal, en esta comparación con la medicina interviene la automedicación. “Normalmente el productor detecta la presencia de una plaga y por las dudas aplica un producto que le dicen que sirve. El monitoreo es una cuestión profesional y debe ser hecha por un ingeniero agrónomo. La auto- suficiencia no sirve en el campo porque permanentemente van cambiando los cultivos, las plagas, las malezas y las enfermedades”.
La resistencia fue uno de los grandes focos de atracción del último Encuentro Nacional de Monitoreo y Manejo de Plagas, Enfermedades y Malezas que organizó Halcón Monitoreos en la ciudad de Córdoba y del que participaron más de 1.200 asistentes. “Los talleres tuvieron cinco veces más de asistentes que el año pasado“, agregó Peralta quien reconoció que a los productores les cuesta todavía recurrir a la ayuda de los profesionales. “Hay que volver a las bases“, como dice Igarzábal.
Cambian las malezas, y la prevención deben hacerla los profesionales.