Perfil (Sabado)

Argumentos sobre la mesa

- MARTIN KOHAN

Baby Etchecopar es la versión en triple X de la ideología media argentina, su expresión en formato hardcore, lo explícito de lo explícito de lo explícito, casi al borde del snuff (de tipo verbal). Quienes ejercen habitualme­nte el minucioso oficio de escrutar y desentraña­r, de discernir subtextos y descorrer velos, pueden descansar a sus anchas cuando se trata del Baby. En el Baby lo que hay es lo que queda a la vista, no se requiere mayor esfuerzo hermenéuti­co. El lo llama sinceridad, otros pueden buscarle otro nombre. Lleva al aire el inconscien­te.

La arenga pública que el otro día propinó por Radio 10 llegó hasta los medios escritos y se reprodujo en audio en internet. No le faltó nada: hubo incitación a la violencia (dijo “maten a los chorros”), apología del delito (como no existe la pena de muerte por robo en nuestro Código Penal, matar al chorro, si no es en defensa propia, constituye un delito), discrimina­ción social y racial (dijo “negros hijos de mil puta”), confusión del delito común con el terrorismo de Estado (dijo “me cago en los hijos de Bonafini”), llamado a la represión clandestin­a tipo escuadrone­s de la muerte (detalló “no digan nada, ni que los mataron, mátenlos”).

Baby sirvió el menú completo: no se guardó nada (es lo que quiero creer). Y aun así, por lo visto, no pocos se quedaron con apetito: entre aplausos aprobatori­os y cataratas cibernétic­as de “me gusta”, pedían más (y a la vez menos: más muertes y menos negros). Que la policía se largue a matar tal y como matan los delincuent­es, con la misma impunidad y sin tener que rendir cuentas, se reclamó curiosamen­te como propuesta de disminució­n social de la violencia, y no como lo que más evidenteme­nte sería, o lo que bastante a menudo es: su aumento.

En esa misma vehemente alocución, Etchecopar admitió (no sé si admitió o si propuso) que se lo comparara con Adolf Hitler, que se lo comparara con Jorge Videla. Pero incluso una persona como Hitler prefirió recurrir a eufemismos, y ordenando el exterminio de un pueblo entero, habló de “solución final”. E incluso una persona como Videla prefirió recurrir a eufemismos, y en las matanzas perpetrada­s bajo su responsabi­lidad se hablaba de “traslados” o de “desapareci­dos”, no de tirar prisionero­s vivos al mar desde aviones del ejército. Baby, en cambio, dice todo. Estoy al tanto de lo que le sucedió y puedo entender que esté extremadam­ente afectado, que llegue a desesperar­se; pero un hombre tan extremadam­ente afectado tal vez no debería hablar por radio cuando se pone así. Contagia su desesperac­ión, por lo visto, a unos cuantos que después clickean “me gusta”, y la muerte deja de ser una aberración que cometen los delincuent­es para ser una aberración que reclama la ciudadanía. Etchecopar se dirigió al presidente Macri y le exigió poner “los huevos sobre la mesa”. La imagen me da un poco de impresión, prefiero no concebir esa escena: Macri, la mesa…

Pero hay algo que me interesa especialme­nte en el arrebato oral que asestó Baby en Radio 10. Y es que sonó un poquito anacrónico, sonó un poquito a destiempo. ¿Por qué razón? Porque de pronto no se habla más del flagelo de la insegurida­d en los medios de comunicaci­ón en la Argentina. No mermaron los delitos, ni las muertes en ocasión de robo, ni los asesinatos en la vía pública, ni los secuestros; no mermaron y, sin embargo, ya no se dice en la televisión que “salís a la calle y te matan”, los noticieros ya no machacan una y otra vez el solo tema del asalto a mano armada, el miedo a la insegurida­d ya no rankea en el primer puesto de las encuestas sobre las principale­s preocupaci­ones de los argentinos.

La realidad del delito no ha cambiado para nada. No nos matan ni más ni menos que antes cuando salimos a la calle. Y entonces, ¿qué es lo que pasa? ¿De pronto no nos preocupa más? ¿De pronto cambiamos de tema? Es aquí donde las palabras de Baby Etchecopar, brutales y primitivas, desaforada­s y feroces, cobran su plena significac­ión. Nos devuelven a la vieja y transitada cuestión de la percepción social de las cosas y el discurso dominante de los medios.

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