COMO EN EL
Ropuestas de gran difusión turística y algunos secretos bien guardados.
hotel con aguas termales, abandonado en 1965. También dentro de los límites mendocinos, para los amantes del ski, Penitentes y Malargüe son buenas opciones, con servicios adecuados pero menos multitudinarios que titanes de la nieve, como Las Leñas. Si de oeste argentino se trata, en San Juan, el Parque Nacional Ischigualasto (entrada general $ 200) ofrece una irresistible combinación entre su paisaje símil lunar y rastros de la presencia de dinosaurios en el territorio nacional. La cuna de Domingo Faustino Sarmiento tiene, asimismo, otros periplos menos frecuentados pero seductores. En Calingasta, la belleza paisajística es observable desde el Mirador, y hay actividades de turismo rural. Por su parte, Barreal Blanco extiende arcilla y sal a través de una planicie de 10 por 3 km, donde se realizan carreras en carros de tres ruedas, a vela, empujados por el viento. A 34 km de allí, el Parque Nacional El Leoncito posee un observatorio famoso mundialmente, el Complejo Astronómico El Leoncito. El Departamento de Jáchal, que ha cobrado notoriedad por los tristes efectos km contaminantes de la mina de oro de Veladero, mantiene intacto lo pintoresco de sus valles y laderas; en particular, en el pueblo de Huaco, se respira la tranquilidad de su gente sencilla, que saluda al pasar por las calles de tierra y desde la ventana de sus casas de adobe. Finalmente, el turismo en la provincia de La Rioja se ha vuelto casi sinónimo del Parque Nacional Talampaya, y cómo no: la historia del planeta Tierra puede ser leída
La historia de la Tierra puede ser leída en las inmensas paredes rojas de Talampaya
en sus inmensas paredes de arenisca rojiza, al pie de las cuales, hay restos fósiles a cada paso, mientras un cóndor andino sobrevuela luciendo su collar blanco de plumas. Por su lado, el Parque Nacional El Chiflón, nombre que homenajea al viento Zonda, se encuentra sobre la RN 150 y contiene petroglifos, morteros y diversos vestigios de vida prehispánica. El oeste de La Rioja está marcado por el Valle del río Bermejo, que reserva siempre otra dosis de árida hermosura, en pequeños pueblos, como Patquía.