Perfil (Sabado)

Institucio­nalizar el nacimiento salva vidas

- FERNANDO ZINGMAN*

La institucio­nalización del parto salva vidas. Nacer en un hospital y no en una casa es un cambio histórico que explica en gran medida la disminució­n de la mortalidad materna. La primera hora de vida es la “hora de oro”: en pocos minutos el bebé debe adaptarse a cambios radicales que van a definir su desarrollo posterior. Muchas muertes de recién nacidos y sus madres pueden prevenirse si los chicos nacen en un lugar adecuado, con recursos humanos, físicos y económicos para garantizar la mayor seguridad en la atención al momento del parto. Ahora bien, un nacimiento es mucho más que un evento médico. Las institucio­nes sanitarias muchas veces dejan de lado el aspecto fundamen- tal de la llegada al mundo de una nueva vida, y los cambios profundos que esto produce para quien nace, para la mujer y para la sociedad. El parto domiciliar­io como elección en las clases medias y altas suele presentars­e como una alternativ­a al sistema de salud que les devuelve a las mujeres y a las familias el protagonis­mo en el nacimiento. Este protagonis­mo es necesario, y un derecho, pero no se resuelve sacando de la ecuación el sistema de salud. Las maternidad­es tienen que estar preparadas para asistir partos respetados. Esto implica un trabajo desde afuera y adentro de las institucio­nes para que la experienci­a de parir y nacer sea un momento acompañado, cuidado, en el que el equipo médico esté preparado para intervenir, pero sólo lo haga si es necesario.

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