La perversión que esconde la fe religiosa
SANGRE DE MI SANGRE Sangue del Título original: mio sangue Dirección y guión: Marco Bellocchio Intérpretes: Alba Rohrwacher, Filippo Timi, Pier Giorgio Bellocchio, Toni Bertorelli, Ivan Franck y Roberto Herlitzka Origen: Italia (2015) Duración: 107’
El italiano Marco Bellocchio (76) propone un experimental fresco cinematográfico (sus escenas se parecen a algunos cuadros del pintor Velázquez), tan anacrónico como anticlerical. No es para menos: cuando la Iglesia parece querer disimular su más ferviente costado político, Bellocchio pone en primer plano la perversión que subyace bajo la ortodoxia de la fe.
Para hacerlo, se vale de un exquisito ensamble de contenido y forma, aunque no pierde la brújula en lo que quiere significar: mostrar un pasado y un presente capaces de fusionarse. Y que detrás de las pesadas paredes de un convento y bajo las telas de sotanas y hábitos se esconden inusitados niveles de perversión, de sed de sometimiento y de abusos, que no esquivan la mirada si de torturar al otro se trata, escudándose en que es posible que el enemigo esté poseído por el diablo.
Acá, la primera parte transcurre en un convento de clausura del siglo XVII y la segunda, en el presente.
En la primera, el suicidio de un cura da lugar a la presencia de su hermano en el convento, que reclama una mayor verdad sobre los hechos. La culpa cae sobre una mujer que, dicen monjas y sacerdotes, obra a través del poder del diablo, ya que enamoró al cura y más tarde repetirá lo mismo con su hermano. En la segunda hay personajes que ocupan los mismos lugares en el juego de sometedor-sometido que en la primera, y se suma un vampiro.
La hipocresía, el doble discurso y la intolerancia que se escudan bajo el dogma son expuestos por Bellocchio con firmeza.
Bellocchio casi siempre establece un diálogo entre pasado y presente, a la vez que se permi- te ciertos lujos experimentales, que rozan la provocación y no parecen estar dirigidos a un público mayoritario.
Su film sobre el asesinato de Aldo Moro, o Bella Addormentata, son influencias que se filtran en esta “atrevida” producción actual, cuya capacidad en la dirección de actores no deja de resultar asombrosa. Bellocchio es capaz de mostrar, tan sólo con una mirada, una intención oculta, o de sugerir con un simple gesto el deseo más primario de sus personajes. Hay algo del universo fílmico de un Luis Buñuel en este film, y bienvenido sea.