Lali y una comedia con futuro y talento
PERMITIDOS Ariel Dirección: Winograd Guión: Julián Loyola y Gabriel Korenfeld. Intérpretes: Lali Espósito, Martín Piroyansky, Benjamín Vicuña y Liz Solari. Origen: Argentina (2016) Duración: 90’
Ariel Winograd se ha dedicado como pocos, si no como nadie, a generar la no perfecta pero sí más sensata y consciente (del resto del mundo) comedia argentina. Se podría decir, mal intencionado, que es un genio del arte de jibarizar modos de la comedia pop reciente, la que ejerce Judd Apatow y todos sus satélites. Pero sería faltar a la verdad, aunque hasta el afiche de Per- mitidos sea una referencia al mundo de Apatow: si hay que ponerlo en palabras, Winograd es un conquistador. Logra, a pisada firme y segura de lo que hace, entender el cine más allá de Paparazzi: entiende que la comedia es, antes que nada, destruir ciertas estructuras y aquí, su película más fundamentalista, Winograd muerde la idea de farándula local por dentro y por fuera.
Por dentro, es simple: su pa- reja protagónica, Lali Espósito y Martín Piroyansky, juega un instante a “¿qué famoso te podes agarrar?”. El juego sale mal y ahí ambos devienen parte del ping pong mediático disléxico que se tatuó en la TV argentina y sus páginas más vendidas. Esa parte, ellos dos en ese mundo, es quizás menos sólida por desvariar en demasiadas escenas. Pero está la otra parte: ese milagro arrabalero y “millenial” de Lali, que aquí confirma lo que la TV tapaba. Tiene con qué ser común, y tiene una presencia de cámara que sólo es encandilada por su –aquí el milagro de Winograd– capacidad de reírse de sí misma.
No es que el punto fuerte sea ver a Lali insultando un afiche cuando es portada de Hola! Lo clave es la entrega: Piroyansky ya es casi cinturón negro en comedia distinta (creaciones distintas), Lali juega e incluso Liz Solari y un revelado y alterativo Benjamín Vicuña se prenden en eso de reírse de su caricatura. Ese paso adelante puede estar contenido por una película que funciona mejor cuando enreda idiosincrasia con agujas de género y no tanto cuando sube la apuesta narrativa (demasiados quiebres de tono). Pero Winograd crea una comedia distinta, efervescente y que sabe que lo mejor está por venir.