Liberarse del efectivo
Asumámoslo de una buena vez: el dinero cuesta caro, más caro de lo que se cree... De hecho, el dinero en efectivo trae aparejados numerosos costos extras para los gobiernos, la ciudadanía y las empresas. Cuando se suman los costos de un gobierno en concepto de impresión y distribución del dinero más los gastos por manejo de efectivo de los bancos y los comerciantes –mantenimiento de cajeros automáticos, seguridad, transporte, arqueo y conciliación bancaria, así como los costos de oportunidad de los consumidores relativos al tiempo de espera en los cajeros automáticos–, el costo del dinero físico se eleva entre un 0,5% y un 1,5% del PBI, dependiendo del país. Y ese porcentaje no incluye la evasión impositiva, la corrupción ni otras actividades ilícitas. Se estima que, en todo el mundo, se gastan 16 billones de dólares en efectivo al año en las economías en negro e informales –dinero que no puede ser gravado ni rastreado. Por contrapartida, la evolución hacia la banca electrónica genera beneficios reales y visibles. En un informe de MasterCard se puede visualizar claramente que a mayor uso de efectivo en un país se verifica una menor transparencia, una menor recaudación impositiva, un menor ingreso per cápita, una menor inclusión financiera y un mayor nivel de corrupción. En el otro extremo del espectro se encuentra Suecia, el país que menos efectivo usa en el mundo: apenas un 2% de su economía se maneja con dinero en papel, y el uso de tarjetas de crédito ha crecido un 1.026% en el transcurso de los últimos 15 años. En países como EE.UU., casi la mitad de las transacciones del consumidor son hechas con tarjetas de crédito y débito. Porcentaje que se alza a más del 70% en países de Europa, como Bélgica y Francia. En países vecinos de Latinoamérica también se puede ver otras acciones hacia una sociedad cashless. Uruguay recién empezó la retirada de pagos en efectivo en estaciones de servicio. Las últimas medidas implementadas en Argentina, como el reintegro del 15% del IVA a jubilados y quienes perciben planes sociales; el acuerdo entre AFIP y los emisores para la entrega de posnet gratis por dos años a pequeños comercios; la prórroga en la devolución del 5% del IVA en compras realizadas con tarjeta de débito, más las declaraciones del presidente del Banco Central en las que se comprometió a avanzar gradualmente hacia una mayor bancarización, son el puntapié inicial para lograr el objetivo mayor: una economía liberada del efectivo. Un objetivo que debe ser común, y en el que todos los actores sociales deben involucrarse activamente, porque ésta es la única forma de alcanzarlo.