Devuelven el estilo original a un edificio vanguardista porteño
El estudio que lo diseñó renovó la construcción, que fue declarada patrimonio histórico. Convirtieron la bóveda en un espacio de arte.
A fines de los 60 se convirtió en un ícono de la arquitectura vanguardista en plena City. Lo llamaron “la Caja de Cristal”, porque desde su exterior podía verse todo lo que ocurría allí adentro. La casa matr iz del Banco Ciudad, un edificio convertido luego en patrimonio arquitectónico porteño, reinaugurará el próximo miércoles sus instalaciones transformado, además, en un espacio de arte: en la vieja bóveda, que podía verse desde la calle, funcionará una especie de museo donde se exhiben objetos históricos y, probablemente, algunos de los que participen en los remates, hoy en el subsuelo de la sede de Esmeralda 600.
Para ese cambio de cara, buscaron a los mismos responsables de su diseño original –el ente había comprado, en 1968, un edificio de oficinas tradicional, justo en la esquina de Florida con Sarmiento– y el estudio Manteola, Sánchez Gómez, Santos, Solsona y Sallaberry combinó, casi cincuenta años más tarde, ese estilo modernista de espacios abier tos, transparentes y sin divisiones con “las funcionalidades que necesita hoy un banco para funcionar: más tecnología y nuevas disposiciones de los espacios para dar prioridad a la banca electrónica y ocultar las cajas, por ejemplo”, según cuenta Gabriel Sala, gerente de obra de la entidad. Transparente y sustentable. La Caja de Cristal está constituida por 64 mil piezas de ladrillo de vidrio color ámbar, que se iluminaron ahora con leds envolventes. Además, se restauró el piso del subsuelo que, como era del mismo material, se rompía con el uso y había sido reemplazado por baldosas de cemento. “Ahora lo recuperamos y le agregamos vidrios planos lisos e irrompibles”, describe Sala. Según el arquitecto Javier Sanchez Gómez, el edificio “es como una botella de vidrio de las que contienen un barco adentro”, dice para graficar el concepto.
De acuerdo a los estándares más modernos de la arquitectura actual, los arquitectos buscaron convertir el edificio en sustentable, y aprovechar la luz natural que ingresa a través de las fachadas vidriadas que incluyen balcones que facilitan su ingreso hacia el interior del espacio.
“Construimos una historia, tomamos el pasado y la volvemos a hacer vivir”, concluyen los responsables de un espacio que “recuperó su esplendor”.