El legado de Kafka se queda en Israel
Luego de un proceso que llevó ocho años, el Estado judío arrebata a las herederas del escritor cientos de manuscritos que se expondrán en la Biblioteca Nacional.
El legado de Franz Kafka estará en unos meses expuesto en la Biblioteca Nacional de Israel, en Jerusalén. El Tribunal Supremo israelí ratificó dos sentencias anteriores, poniendo punto final a un litigio que duró ocho años entre el Estado israelí y las herederas de la colección, compuesta por cientos de manuscritos literarios y epistolares (entre ellos, dos relatos inéditos). El dictamen del tribunal se produjo en junio, pero se dio a conocer esta semana.
La batalla legal empezó en 2007, cuando una investigación del diario israelí Haaretz reveló que los papeles estaban en posesión de las hijas de Esther Hoffe –secretaria de Max Brod, el amigo de Kafka– en condiciones incorrectas. La Biblioteca Nacional demandó a las hermanas Eva Hoffe y Ruti Wisler tras la denuncia del Haaretz. El caso llegó al Tribunal Supremo después de que dos juzgados dictaminaron a favor de la Biblioteca y de la voluntad de Brod, quien pidió expresamente en su testamento que el material fuera entregado a la Universidad Hebrea de Jerusalén, la Biblioteca Municipal de Tel Aviv u otra institución equivalente en Israel o en el exterior.
En 1939, Brod huyó de los nazis hacia Palestina con el legado de Kafka en cajas que contenían manuscritos de relatos y novelas, cartas y dibujos. Más tarde dividió los papeles, llevó parte de ellos a Suiza y el resto se quedó en Jerusalén. Después de la muerte de Brod, en 1968, su secretaria personal, Esther, y su hermana Ruth comenzaron a administrar el legado como una colección privada y subastaron varios manuscritos. La venta más relevante fue la del original de El proceso, en una subasta realizada en 1988, que alcanzó dos millones de dólares, adquirido por el Archivo de Literatura Alemana de Marbach (donde hoy se encuentra depositado el manuscrito). A la muerte de Esther, en 2007, los documentos pasaron a manos de sus dos hijas y el Estado israelí, luego de la investigación del diario Haaretz, decidió abrir la querella. El fallo, según las declaraciones de los jueces, ha querido evitar posibles ventas del legado, depositado en el domicilio de Chavah Hoffe y el en cajas fuertes de bancos en Tel Aviv y Suiza, en subastas fuera del país.
El Tribunal Supremo cerró así el litigio, ya que se trató de la tercera y última de las demandas de las hijas de la secretaria de Brod, que alegaban que los papeles eran propiedad suya y ellas los habían heredado legalmente. También argumentaron que el Estado israelí interfería en su derecho a vender posesiones privadas e insistieron en que Israel y los israelíes no tenían afinidad alguna con Kafka, que nunca había vivido en el país, y que éste no le ha dedicado en sus 68 años de historia siquiera el nombre de una calle. La decisión del tribunal, sin embargo, tampoco respeta la última voluntad del propio escritor que, antes de morir, en 1924, pidió a su amigo y albacea, Brod, que quemara todos sus manuscritos. Como se sabe, no cumplió con ello y se llevó los originales, cartas y otros papeles, a Palestina cuando huyó de Praga con su mujer por la ocupación de los nazis.
Los materiales que expondrá la Biblioteca Nacional de Israel incluyen la correspondencia entre Kafka –un escritor checo de lengua alemana– y Max Brod. de
Antes de morir, en 1924, Kafka le pidió a su amigo Brod que quemara sus manuscritos