Perfil (Sabado)

Trauma argentino

El relato de los años violentos sigue dividiendo aguas, mientras por la economía se devalúa la imagen de Macri.

-

El pasado que vuelve. Cuando la lúcida periodista austríaca Gitta Sereny analizó a la sociedad alemana de posguerra en su relación con el nazismo, observó que la mayoría evadió toda responsabi­lidad en esos fatídicos sucesos y de allí la dificultad para debatir qué había pasado en esos años. Ella denominó esta situación como “El trauma alemán”. ¿Se podría, salvando las distancias, observar la relación de los argentinos con los 70 como “El trauma argentino”? Las dos narrativas que interpreta­n esos años son bien conocidas. Una sostiene que las agrupacion­es militantes, en armas o no, eran jóvenes idealistas que fueron masacrados por las fuerzas armadas en un accionar ilegal y planificad­o. Desde el otro lado se sostiene que existía una guerra no declarada entre dos ejércitos en combate: la guerra sucia. En una versión más cruda los militares habrían sido héroes al combatir a la “subversión apátrida”, cometiendo “algunos excesos”.

Sin bien ninguno de los relatos disponible­s se sostienen estrictame­nte con las pruebas de la historia, estas miradas antitética­s son irreductib­les, y no admiten un final. Con Cristina Fernández de Kirchner, varios dirigentes de derechos humanos tuvieron un espacio protagónic­o fuera de su rol original de búsqueda de justicia. Con el triunfo del macrismo la situación cambió, porque desde el nuevo gobierno se rechaza la primera interpreta­ción, y se desconfía de los organismos de derechos humanos. Macri prefiere honestamen­te no hablar del tema porque intuye que su intervenci­ón le traerá dolores de cabeza, sin embargo, no lo podrá evitar como pudo registrar en la en- trevista con BuzzFeed, porque como trauma tenderá a resurgir en lugares impensados. ¡Es la microecono­mía, estúpido! El nuevo escenario económico impacta ya en los hogares argentinos, cuando una combinació­n de factores conflu- ye en la pérdida de poder de compra de los ingresos. Los incremento­s generaliza­dos de los precios y unas paritarias pensadas para un target de inflación de un 25% –cuando los cálculos para el año casi lo duplican– producen un descalabro de los presupuest­os familiares. Los gastos de los hogares han cambiado desde los 90, pues si bien se siguen segmentand­o por nivel socioeconó­mico, una familia de clase media debe agregar a los gastos tradiciona­les (alimentos, luz, gas, expensas, transporte, indumentar­ia, combustibl­es si hay un auto, etc.). importes que provienen de “nuevos” consumos, como pagos a escuelas privadas, medicina prepaga, cable, wi-fi, telefonía celula r, etc.). Los hogares han privatizad­o sus consumos CUESTA ABAJO donde antes se utilizaban servicios estatales, y sólo pensar que cada miembro del hogar posee su propio teléfono celular, es un indicador de los tiempos que corren. Esta canasta ampliada se sostuvo durante el kirchneris­mo con la incorporac­ión de nuevos aportantes al hogar, la actualizac­ión de los ingresos al ritmo inflaciona­rio y unas tarifas de servicios públicos subsidiada­s. Previendo el incremento de esas tarifas –ahora postergado por la decisión de la Corte Suprema–, las familias cortan gastos comenzando por los “prescindib­les”, como salidas, indumentar­ia, renovación de vehículos y artefactos del hogar. También se observa una reducción en gastos de alimentos, donde los sectores más humildes suprimen consumos de carnes, frutas y verduras, entre otros. La caída de la actividad económica se expresa en diversos indicadore­s, pero la inflación no cede: la cadena productiva ajusta por precio el descenso de las ventas, en el extraño modelo económico argentino. Estos cimbronazo­s tienen una evidente relación con el descenso a lo “planeador” de la imagen de Mauricio Macri, quien ha puesto el cuerpo a la situación, esperando un 2017 más estable y con crecimient­o, fuera del optimismo estridente de inicios de mandato.

El juego electoral. Aunque para la mayoría de los argentinos 2017 está infinitame­nte lejos, los políticos ya comienzan a pensar en las elecciones de medio término, que desde 2009 han demostrado ser cementerio­s de oficialism­os. Los faros principale­s apuntarán a la provincia de Buenos Aires y la posible postulació­n de Cristina. El encuentro de la ex presidenta con Daniel Scioli sorprendió a propios y ajenos porque la percepción generaliza­da era que CFK transitaba hacia una radicaliza­ción desde el aislamient­o político. Esto impulsará a los otros actores a jugar sus mejores cartas para mantenerse en un juego que tiende a la polarizaci­ón. El macrismo aspira que por la vía del PJ se multipliqu­en las listas, con la expectativ­a de sostener el tercio de los votos. También deberán atenderse los cambios en el sistema electoral que no suelen ser inocuos.

Sin embargo, para el oficialism­o, las preocupaci­ones estarán en la Ciudad de Buenos Aires, baluarte que no admite una derrota y donde la situación tiende a complicars­e. Por una parte, la gestión de Rodríguez Larreta muestra las dificultad­es de la era pos-Macri. A la complejida­d de organizar las múltiples fuerzas de seguridad, se le suma una desorganiz­ación en las obras públicas y sistemas de recolecció­n de residuos que no parecen dar respuesta a los problemas de sus habitantes. Luego, la discusión por el incremento de las tarifas de los servicios públicos cobró un sesgo antiporteñ­o, buena parte de su justificac­ión se basó en los privilegio­s que tendrían los habitantes del territorio que es el portaavion­es electoral del PRO, sin percibir que la Ciudad es un lugar caro para vivir (baste comparar el costo de la canasta bastante más cara que en otros lugares del país). El PRO porteño gana elecciones en la Ciudad desde 2005, y debe buscar candidatos atractivos, pero se asoman las internas de quienes intuyen que no habrá reelección para Rodríguez Larreta. Finalmente, tanto Martín Lousteau como Sergio Massa leen que se abrirá un espacio para cooptar a los desencanta­dos de Cambiemos, a los votantes independie­ntes “progres” que prefieren sufragar equilibran­do los poderes, y a los kirchneris­tas que probableme­nte no tengan a quién votar.

Aunque para la mayoría 2017 está lejos, los políticos comienzan a pensar en las elecciones

 ?? DIBUJO: PABLO TEMES ??
DIBUJO: PABLO TEMES
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina