Perfil (Sabado)

Desertores, el lado más oscuro de Corea del Norte

El reciente anuncio de la huida del número dos de la embajada en Londres volvió a dar notoriedad al escape desesperad­o de miles de norcoreano­s, que se escabullen al sur desde el país más cerrado y aislado del mundo.

- SANTIAGO FARRELL

“No quería morir de hambre”. Así de sencilla es la respuesta de la joven Han Eun-Mi cuando se le pregunta por qué se lanzó a la desesperad­a búsqueda de “desertar” de su país, Corea del Norte. Hoy con 27 años, y un hijo pequeño, vive en Seúl, donde ha escrito un libro de título revelador: I am still alive (“Aún estoy viva”).

Ha aceptado, junto a otro joven, Kim Hyung-Soo, dar su testimonio de “desertores” del país más cerrado del mundo, donde millones de personas han muerto de hambre, pese a lo cual su régimen sigue invirtiend­o miles de millones de dólares para desarrolla­r armas nucleares. Desde 2006 ya han realizado al menos cuatro pruebas misilístic­as y, según su “líder máximo”, Kim Jongun, el país ya logró completar la prueba de una bomba de hidrógeno, o “Bomba H”, mucho más potente que las atómicas que se lanzaron contra Hiroshima y Nagasaki en 1945.

Han Eun-Mi la tuvo mucho más difícil que su compatriot­a Thae Yong Ho, el diplomátic­o de alto rango –era número dos de la embajada en Londres– cuya deserción anunció días atrás el Ministerio de Unificació­n de Corea del Sur. La joven fue “vendida” a un comerciant­e chino en 2009, que la violó y luego la abandonó con su hijo pequeño. Después de deambular ilegalment­e por China, comenzó un largo periplo que terminó llevándola a Seúl, el año pasado. Datos. Han es parte de los al menos 30 mil norcoreano­s que han desertado desde el fin de las hostilidad­es entre ambas Coreas, en 1953. En Corea del Sur, a los desertores los espera, después de los intensos interrogat­orios de los servicios de inteligenc­ia, un Instituto de Rehabilita­ción Social, en el que durante tres a seis meses “aprenden a manejarse en una sociedad no totalitari­a, donde pueden moverse libremente”, explica Gyeong-Seob Oh, un especialis­ta del Kinu, el organismo que estudia especialme­nte los caminos posibles hacia la reunificac­ión coreana. “Aprender a tomar el metro, a usar celulares o a comprar en supermerca­dos con muchos productos”, explica. El sistema parece funcionar, apenas unos veinte o treinta han regresado a su país. Oh da el perfil promedio de los desertores: “En un 70% son mujeres, de unos 40 años. Ahora han comenzado a llegar má s jóvenes”. También las razones ha cambiado: “Antes venían por hambre, hoy porque quieren educación”, agrega el experto. El flujo más dramático se produjo entre 1995 y 1998, durante la terrible hambruna que asoló Corea del Norte: “En esos años vino un m i l lón”. El propio gobierno de Pyongyang admitió que durante esos años murieron al menos 250 mil personas, cifra que otras fuentes estiran hasta los dos millones.

 ??  ?? Thae Yong Ho, viceembaja­dor en Londres, pidió asilo en Corea del Sur. SUFRIDOS. Kim Hyung-Soo y Han Eun-Mi se fueron de su país natal.
Thae Yong Ho, viceembaja­dor en Londres, pidió asilo en Corea del Sur. SUFRIDOS. Kim Hyung-Soo y Han Eun-Mi se fueron de su país natal.
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DIPLOMATIC­O

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