Por ahora ningún pez gordo
El gobierno de María Eugenia Vidal resolvió darle publicidad a las amenazas, a pesar de que puertas adentro los responsables de la seguridad tienen dudas. Por ejemplo, explican en reserva que sólo a un inexperto se le puede ocurrir intimidar a través del 911, ya que es un sistema telefónico que registra el origen y lugar de la llamada.
La provincia de Buenos Aires efectivamente resguarda en su territorio negocios mafiosos, como los que se gestan en las amplias franjas dominadas por el narcotráfico. Pero por ahora las amenazas sólo motivaron la desafectación de policías de bajo rango. Ningún pez gordo. Si realmente las intimidaciones provienen del crimen organizado, los resultados de las investigaciones demuestran hasta el momento una incapacidad manifesta en alcanzarlos.
Si en cambio, como creen en el ámbito de la seguridad, las amenazas surgen de marginales de medio pelo, el empeño en publicitarlas termina paradójicamente por darles mayor efectividad. También es riesgoso caer en la tentación de la victimización cuando se tiene en las manos el control del Estado. La historia argentina ya demostró que es muy fácil pasar de ser visto como una víctima a ser percibido como un incapaz si el tiempo avanza y los problemas persisten.
En paralelo, a río revuelto, aquellos dirigentes que se sienten acorralados por denuncias de corrupción también buscan sacarle provecho a la inestabilidad con la esperanza de negociar impunidad a cambio de gobernabilidad. Una razón más para dejar de presentarse como víctimas y encarar el tiempo de las soluciones, en especial en áreas como la seguridad que se empeñan en mostrarse fuera de control.