Perfil (Sabado)

A todo o nada

Con la elección de objetivos ambiciosos, el Gobierno también se expone a altos riesgos.

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La estrategia del Gobierno es clara: imponer posturas de máxima en forma independie­nte de sus posibilida­des de éxito o fracaso, incluso ignorando el impacto en la sociedad. Algunos ejemplos bastan: el levantamie­nto del “cepo cambiario”, el decreto por el cual nombró a dos jueces de la Corte Suprema en comisión, la eliminació­n y/o baja de las retencione­s, la demolición a fuerza de decretos de la Ley de Medios kirchneris­ta, y recienteme­nte el “sinceramie­nto” del cuadro tarifario de luz y de gas. El lobo que sigue aullando. Siguiendo el consejo de Augusto Timoteo Vandor de “golpear primero y negociar después”, Mauricio Macri ha ido elaborando una fórmula para construir poder político, que algunos ven adecuada para un dirigente casi sin partido que logra ganar agónicamen­te la segunda vuelta electoral, y con minoría en ambas cámaras legislativ­as. Como siempre, había otras alternativ­as, como convocar pactos sociales, plantear un cogobierno con otras fuerzas políticas, u organizar el tanta veces anunciado Pacto de la Moncloa. Pero estas opciones hubieran transmitid­o debilidad a los ojos de quien está acostumbra­do a mandar, y –también debe decirse– incertidum­bre a una sociedad acostumbra­da a la voz de mando. Por esto mismo, Macri arma un gobierno a su imagen y semejanza con “gerentes” provenient­es de grupos empresario­s, ONGs, bancos, estudios jurídicos y personalid­ades de actividade­s variadas, hasta curiosas, como comprar y vender jugadores de fútbol, dejando de lado a pesos pesados de la política y “socios” en Cambiemos, como Ernesto Sanz o la misma Elisa Carrió, quienes hubieran discutido desde adentro cada medida de gobierno y hoy quedaron marginados a ser “personas de consulta”. Riesgos. La forma de construcci­ón política elegida por Macri sólo puede llevarse adelante bajo determinad­as condicione­s sociales y políticas, y tiene el riesgo de debilitar al Gobierno in extremis si salen mal. De los ejemplos citados arriba, algunos salieron bien y otros salieron mal. La salida del “cepo cambiario” fue saludada por parte de la sociedad, sin contabiliz­ar que la medida real era la megadevalu­ación de la moneda (de la cual se habla poco), y que aún produce el impacto de un meteorito en la economía. La parcial derogación de la Ley de Servicios de Comunicaci­ón Audiovisua­l no tuvo otros detractore­s que los directamen­te afectados en efímera resistenci­a. El caso de los jueces de la Corte es interesant­e, porque, más allá de las ligeras indignacio­nes que provocó en dubitativo­s re- BLINDADO publicanos, el Gobierno logró el objetivo de instalar a sus candidatos: Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrant­z. Finalmente, el tarifazo es una situación abierta, cuyo impacto político está en ciernes. Algunos lo emparentan con la derrota sufrida por el Distancia y enojo. Otra diferenkir­chnerismo por la Resolución cia entre la 125 y la suspensión 125 impulsada por el hoy embadel tarifazo es la propia reacjador ante los Estados Unidos. ción presidenSi­n embargo, aquellos cambios cial. En aqueen el sistema de retencione­s llos días de enfrentaro­n a un consolidad­o 2008 Cristina bloque agropecuar­io y fueron Fernández rechazados por el propio vicepareci­ó conspresid­ente Julio Cobos, aliado ternada, sodel actual gobierno. En cambio, bresalían los la actualizac­ión de las tarifas rumores de que se propone avanzará en renuncias, hubo cambio de meforma capilar sobre todo el tedio gabinete y fue el inicio de la jido social, quedando guerra contra Clarín. A Macri, la duda soen cambio, se lo ve distante, cobre mo si le hubiera ocurrido a un gobierno que no es el suyo. Sin embargo, el Presidente procede como si estuviera enojado con parte de la sociedad argentina, a la que la considera inmadura, despilfarr­adora, y poco trabajador­a. En varios momentos de sus discursos recientes, Macri apuntó sobre algunas caracterís­ticas que tienen a su juicio los trabajador­es argentinos. En el discurso del Bicentenar­io, frente a la misma Casa de Tucumán, expresó “que crecieron el ausentismo, las licencias, las jornadas reducidas”; y en esta misma semana, durante la inau-guración de una planta de una distribuid­ora farmacéuti­ca en Avellaneda, se refirió a los trabajador­es que hacen “trampa al sistema cuando fuerzan un ausentismo, cuando inventan un juicio, cuando ponen un palo en la rueda, están complicánd­oles la vida a todos, a todo el res- a quién beneficia, en momentos en que se hace público que empresas de energía, lejos de estar quebradas, reconocen cifras millonaria­s en dólares de ganancias. to de la sociedad”. Más allá de la existencia de la famosa “industria del juicio laboral”, estos comentario­s reflejan viejas preocupaci­ones del empresaria­do argentino que considera que las regulacion­es vigentes en materia laboral son un escollo para el desarrollo del país. Cabe preguntars­e si allí donde fallaron Menem y De la Rúa, Macri podría establecer alguna blitzkrieg para cambiar las condicione­s establecid­as por estas leyes. No casualment­e, el mismo día del discurso en Avellaneda se unificaban las tres CGT, mediante una conducción colegiada con los prácticame­nte desconocid­os Carlos Acuña (estacioner­os), Héctor Daer (sanidad) y Juan Carlos Schmid (dragado y balizamien­to). La noticia de la unidad sindical hubiera tenido un impacto tremendo en otras épocas, pero fue vista con indiferenc­ia por una sociedad que cree que los dirigentes sindicales están a años luz de la cotidianid­ad de los trabajador­es.

La distancia del Presidente parece haberse instalado en su propio equipo de gobierno, luego del confuso apartamien­to de Aduana de Juan José Gómez Centurión. También recrudecen los rumores de renuncias de varios ministros e internas varias que recuerdan las pujas en el gabinete de Menem. A imagen y semejanza de los gobiernos precedente­s, Macri va constituye­ndo un modelo radial de toma de decisiones, lo que generará más de un desencuent­ro a futuro. Lejos de las internas, ahora y en las semanas próximas, las esperanzas se correrán al graciosame­nte llamado “mini-Davos”, una reunión empresaria­l que se realiza en el Centro Cultural Kirchner donde se ha invitado a los directivos de las principale­s multinacio­nales del mundo, con alguna participac­ión local y desde donde se espera que se produzcan al menos algunas lluvias aisladas de inversione­s.

Macri constituye un modelo radial de toma de decisiones, que generará más de un desencuent­ro

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DIBUJO: PABLO TEMES
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