Una remake tan innecesaria como fallida
BEN-HUR Dirección: Timur Bekmambetov Guión: Keith R. Clarke y John Ridley, basado en la novela de Lew Wallace Intérpretes: Jack Huston, Toby Kebbell, Rodrigo Santoro, Nazanin Boniadi y Ayelet Zurer Origen: Estados Unidos (2016) Duración: 125’
El Ben-Hur de William Wilder es considerado un clásico de clásicos. Ni bueno ni malo: Ben-Hur es un clásico y ahí aparecerán los talibanes de su tamaño y religión.
Lo cierto es que una remake de un film que es una muestra perfecta de cierto tipo de Hollywood, enorme y extinto, corre riesgos: primero y principal, contra el conservadurismo añejo. Y especialmente cuando intente capturar, o mutar, lo que había allí que resistió el paso del tiempo.
Hay un instante ejemplar aquí para ilustrar la distancia entre el clásico y la nueva versión: el motivo que desata las tragedias en la vida de Ben Hur ya no es tanto una baldosa que cae sobre un soldado romano, sino un terrorista, con arco y flecha. Esa diferencia es vital: ya no hay una presencia extra- ña, entre realmente buscada y retorcida de Dios. Hay sólo una serie de hechos desafortunados. En ese sentido, nada aquí, ni la épica carrera de caballos y carros ni los momentos que bordean una ironía innegable, logra ser enorme. Es tan sólo grande.
Eso no implica tor peza: Timur Bekmambetov ( Wanted) tiene instinto, y logra que aquellas cosas donde la fe parece tan impuesta como una propaganda política (estamos frente a un clásico religioso, no olvidar) se lean más llenas de nervio de lo que podrían estarlo medio siglo después. Pero tampoco existe el misterio, la duda, la posibilidad de descubrir si la película es o se hace. El director tiene nervio, pero no sabe encontrar el sistema nervioso de una idea descomunal, enloquecida, digna del Hollywood más megalómano posible, y lo hace simplemente para crear otros tics con demasiada animación digital y mucho actor de publicidad.