Con precios bajos, se recupera el mercado de inmuebles rurales
El vicepresidente de CAIR, Roberto Frenkel, asegura que la actividad salió de la parálisis. Más consultas que operaciones.
Con el nuevo escenario macroeconómico y los números que alientan a todas las actividades agrícola-ganaderas (con la salvedad de las economías regionales), el mercado inmobiliario empieza a recuperar su forma. Roberto Frenkel, vicepresidente de la Cámara de I n mobi l ia r ia s Rurales (CAIR), señaló a PERFIL: “Teniendo en cuenta que venimos de un mercado casi paralizado, aún no se ha normalizado, pero ya arrancó y comienza a acercarse a la normalidad de oferta y demanda, con campos que se compran y venden y aquellos que no se venden es por una cuestión de precios. Todavía no hay tantas concreciones pero ya ha habido operaciones”.
En cuanto a los precios de los campos, Frenkel considera que aún no han subido porque hay un retraso importante, pero están buscando el techo y el piso, es decir, lo que se considera como mercado. Con respecto a los compradores, hoy se venden más campos chicos que grandes porque el inversor grande todavía no ha aparecido. Se han vendido campos chicos zonales. Según Frenkel, “en un mercado que se está armando, las inversiones en compras de campos
“La tierra siempre ha sido un refugio del capital para el inversor y tener una renta.”
más frecuentes rondan entre 1 y 3 millones de dólares. Aunque parezca mucho dinero, son campos chicos en general. Un campo de US$ 3 millones en Pergamino son 200 hectáreas agrícolas y unas 700 hectáreas de campo ganadero. Son campos que están cerca de la unidad económica, es decir que el comprador es alguien que ya está en el mercado y quiere un campo cerca porque está agrandándose. En este caso la inversión no es tan grande porque el campo no ge- nera tanto como para una inversión de US$ 20 millones”. Los compradores de campos pertenecen al sector y apuestan a que sigan teniendo buenos precios la carne y los cereales, y que el campo en general sea un negocio rentable y brindar seguridad.
Como inversión, el vicepresidente de la CAIR opinó que “el campo siempre ha sido un refugio del capital para el inversor, se compran campos para tener una renta y un refugio del capital. Si uno tiene una fábrica y gana mucha plata, es difícil pensar en qué otra cosa se puede invertir, entonces tener un campo que tenga una renta baja es seguro y un refugio del capital. Es el típico perfil de quien compra y piensa que es un negocio. El campo tiene muy buena capacidad instalada, con profesionales, infraestructura y tecnología. Es una garantía de gente sana que conoce el negocio, porque siempre hay un ingeniero, una planta de silos y un cerealista en la zona”.