Perfil (Sabado)

Argentina aspiracion­al

- JORGE FONTEVECCH­IA

tectural Digest y New Yorker, entre otras revistas de lujo globales, preguntó cuántos locales Armani había en Buenos Aires. Por entonces había dos y, al recibir la respuesta, dijo: “Ah, no. Si no hay más de veinte Armani no se puede lanzar Vogue en Argentina”. En China Armani tiene 56 locales, y China fue el país que más inversión externa recibió en las últimas tres décadas, coincidien­do con ser el mayor consumidor de productos de lujo del mundo y superando a Estados Unidos, Europa y Japón juntos.

Pero en la Argentina del default finalmente se cerraron aquellos dos locales y Armani se fue del país, como tantas otras marcas extranjera­s del rubro lujo que, en términos de volumen, no representa­n económicam­ente casi nada para el país; sin embargo, son metáforas de la inversión extranjera en alta escala.

Pero ahora vuelve el ciclo de internacio­nalización, que en los 90 fue motorizado por la inversión externa en las empresas públicas privatizad­as y, en esta década, por la inversión internacio­nal en empresas privadas. El deseo de ser del “primer mundo” nunca se extinguió en buena parte de la sociedad argentina, la frustració­n de 2002 sólo lo adormeció. Hay una Argentina aspiracion­al latente en la mente de la mayoría de la clase media, potenciada en los últimos años por la facilidad para viajar y comparar, sumado esto a que la explosión de las comunicaci­ones y la web permitió a todos los que están conectados integrarse al mundo, aunque sea virtualmen­te.

En China, el Partido Comunista tiene claro que los chinos quieren consumir y, de ser posible, marcas internacio­nales o locales pero de calidad internacio­nal. Celebraron el 40 aniversari­o de la muerte de Mao este 9 de septiembre pero rechazan prácticas que sean anticapita­listas. China quiere ser como Estados Unidos y rehúsa seguir pertenecie­ndo a l Tercer Mundo, concepto justamente creado por Mao.

En la Argentina la situación no es tan clara, porque un segmento no menor de la sociedad se perjudicó en la década del 90 y desconfía de poder beneficiar­se de un eventual mejoramien­to de la economía dentro de un modelo de integració­n global. A la Argentina aspiracion­al se opondría la Argentina real, aquella que, ante la imposibili­dad de éxito, se sustentó en la solidarida­d como paliativo. Pero esa percepción podría cambiar rápidament­e si existieran frutos de un capitalism­o inclusivo para beneficio de todos, que genere retorno social y no sólo económico.

Hará falta paciencia, porque las inversione­s son decisiones de largo plazo y que tienen muy desplazado el tiempo de siembra y el de cosecha. El domingo pasado, PERFIL publicó: “Macri quiso tranquiliz­ar a su gobernador­a y le planteó la metáfora del bambú como símbolo de la gestión de gobierno: ‘La semilla del bambú se planta y durante dos El ejemplo del bambú de Macri tiene un error: no tarda dos años, sino

siete en crecer años no se ve nada, parece que ni siquiera empezó a crecer. Pero luego germina y, en seis semanas, llega a tener hasta diez metros de altura’, le dijo el Presidente. El bambú era un paralelo entonces con Cambiemos”.

Pero hizo mal la cuenta: para llegar al momento en que el bambú crece exteriorme­nte no pasan dos años sino siete, en los que crece bajo tierra echando las enormes raíces que luego le permitirán emerger con tanta fuerza.

La disciplina del sistema político de China permitió esperar los tiempos del bambú. En Argentina habrá que ponerle abono. Juan José Aranguren - Juan Martín Del Potro

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NESTOR GRASSI EL FORO DE NEGOCIOS fue la alfombra roja de los inversores. Una ceremonia al estilo de Hollywood.
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¡VIVEN!. El ministro consiguió una audiencia en paz. El tenista, un punto clave en la Davis.
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SHANGHAI 1990 Y 2010. Treinta años de inversione­s en China transforma­ron su economía para siempre.

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