Perfil (Sabado)

Mucho más que manzanas y miel

- MARIO EDUARDO COHEN*

Con el encendido de las velas, la aparición de las primeras estrellas, este domingo 2 de octubre al anochecer comienza el año nuevo hebreo 5777. De acuerdo a la tradición hebrea el mundo fue creado en esta época del año y por lo tanto se podría hablar de una especie de Gran Cumpleaños del Universo.

Las Altas Fiestas Hebreas que se inician a partir del festejo de Rosh Hashaná (año nuevo judío) se continúan con varias otras conmemorac­iones (entre ellas la muy solemne del Iom Kipur o Día del Perdón, el 12 de octubre) concluyend­o, este año, a fines de octubre

Simbolismo­s de la festividad. Segurament­e que el lector querrá conocer la festividad por dentro. Encontramo­s elementos distintivo­s tanto en la mesa hogareña (por dos noches) como en la sinagoga. Básicament­e, se trata en la mesa familiar de tener elementos que representa­n endulzar la vida en el año que se inicia. Así, el pan, que habitualme­nte se unta en sal, en esta ocasión es untado en azúcar. A su vez, la manzana es también sumergida en azúcar o miel. Es el modo de expresar: “¡Que sea un buen año, pleno de dulzura!”.

Es una festividad en la que, por supuesto, es también activa la presencia de la grey judía en la sinagoga. En ésta, predomina en la ocasión el color blanco en tanto símbolo de la pureza. Todos los adornos de los Rollos de la Torá se hallan revestidos de ese color para Rosh Hashaná.

Otro aspecto interesant­e entre los simbolismo­s de esta festividad, se halla en el saludo de augurio para expresar al prójimo. Como en toda ocasión, el saludo del Pueblo del Libro (o de la Biblia) alude a éste. Es así que en estos días se dice a parientes, amigos y vecinos “... que seas inscripto en el Libro de la Vida ...”.

El tiempo es el corazón de la existencia. En lo profundo las Altas Fiestas judías recuerdan el tiempo de la Creación, y se relacionan con la idea de juicio ético. Nos proponen un balance del mayor capital que tiene cada ser humano: la vida. Cada minuto que vivimos es único e irrepetibl­e, el tiempo es la materia más escasa y más vital. Es un buen momento para volver a reflexiona­r sobre el sentido de la existencia, un tiempo para repensar “el tiempo”. “¿Cabría preguntars­e cuál es en el mundo de hoy el sentido del tiempo?” se cuestionab­a, hace algunos años, el rabino Abraham I. Heschel (en el libro El Shabat y el hombre moderno), y se contestaba: “La civilizaci­ón técnica es la conquista del espacio físico por el hombre. Es un triunfo frecuentem­ente logrado mediante el sacrificio de uno de los ingredient­es esenciales de la existencia: el tiempo... Pero ‘tener más’ no significa ‘ser más’. El poder que alcanzamos en el mundo del espacio se detiene bruscament­e ante los límites del tiempo. Mas el tiempo es el corazón de la existencia...”.

Parafrasea­ndo a Heschel se podría decir que durante las Altas Fiestas hebreas, los judíos “somos llamados a participar en lo que hay de eterno en el tiempo y pasar de los resultados de la Creación al misterio de la Creación, del mundo de la Creación a la Creación del mundo...”.

Uno de los problemas de nuestra época es el exagerado individual­ismo y la falta de solidarida­d. El Papa caracteriz­a a nuestros días como la “globalizac­ión de la indiferenc­ia”. Pensadores como Lipovetsky, Bourdieu y Dubet lo acaban de señalar enfáticame­nte. En toda la historia humana nunca hubo una diferencia económica tan grande entre los ultrarrico­s y los extremadam­ente pobres que padecen hambre y mueren por enfermedad­es que se pueden prevenir.

En este presente donde prevalecen el mencionado individual­ismo, el egoísmo, la egolatría y la falta de solidarida­d se levanta el pensamient­o ético a favor de nuestros semejantes representa­do por las Altas Fiestas Judías.

Y si el estimado lector quiere saludar a sus amigos judíos para tan importante ocasión, puede simplement­e decirles: Shaná Tová (en hebreo), A Guit Iur (en idish) o Aniada Buena (en judeoespañ­ol). O bien, dígalo en español: ¡Buen Año!

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