Perfil (Sabado)

Hora de hacer un balance

- INES GORBEA*

Apesar de los avances que muestra el sistema de recolecció­n y tratamient­o de la fracción reciclable de los residuos sólidos urbanos, la Ciudad está lejos de poder afirmar que extrae de los residuos urbanos la mayoría de los materiales reciclable­s.

Quienes prestan ese servicio son las cooperativ­as de reciclador­es urbanos. Pero carecen de los recursos organizati­vos y logísticos necesarios para recoger en forma adecuada y permanente todos los residuos domiciliar­ios reciclable­s.

Las cooperativ­as son la cara visible del sistema y sus problemas, pero no son su causa. La tarea que deben desempeñar sólo es posible si detrás cuentan con el soporte diario y sostenido del Estado porteño: según lo establecen los contratos firmados ya hace cuatro años, es éste el que se comprometi­ó a proveer los medios que los reciclador­es precisan para poder llevar a cabo su tarea.

Así, por falta de acción gubernamen­tal, la mayoría de los ciudadanos enfrentan obstáculos para dar curso a los residuos recuperabl­es que han dispuesto de manera diferencia­da en su hogar. En algunas zonas existen campanas verdes para hacerlo, pero las condicione­s en que éstas suelen encontrars­e, saturadas de materiales por falta de un servicio constante de vaciado, a cargo del Estado, es una de las muestras. En otros barrios directamen­te no hay campanas verdes. En otros casos las cooperativ­as tienen la obligación de retirar directamen­te de los edificios el material a reciclar, pero la administra­ción de la Ciudad no les provee camiones en estado adecuado como para recoger y trasladar esa gran cantidad de material. Y el mismo esquema se repite en muchos otros aspectos que hacen al servicio: detrás de cada deber de las cooperativ­as, hay uno de la administra­ción gubernamen­tal que lo hace posible. Si falla esta última, nece- sariamente también falla la primera.

El escaso compromiso gubernamen­tal con el sistema de reciclado se expresa simbólicam­ente en un hecho: a más de ocho años de que comenzara a implementa­rse el sistema de reciclado, carecemos de estadístic­as e indicadore­s confiables sobre la naturaleza y cantidad del material que se logra extraer de los residuos. Sin datos, con “cepo estadístic­o”, es imposible medir avances y encontrar oportunida­des de mejora.

En pocos meses finalizan los contratos vigentes y deben redefinirs­e las condicione­s del servicio. Es un excelente momento para hacer un balance y concebir mejoras. Es por ello que la Comisión de Ambiente de la Legislatur­a porteña, que tengo el honor de presidir, comenzará a tratar dos propuestas de ley de mi autoría que contemplan un proyecto integral de fortalecim­iento de las cooperativ­as. Aspiro a que el servicio que ellas prestan les sea remunerado adecuadame­nte en base a un conjunto de parámetros: la extensión geográfica que la cooperativ­a debe cubrir, la calidad y cantidad de materiales que conforman la fracción seca en la zona que ella sirve y el equipamien­to que necesita para hacerlo adecuadame­nte, entre otros. También propongo que a la hora del pago se contemple la variación estacional de los precios de los materiales reciclable­s que las cooperativ­as venden y que se introduzca­n incentivos específico­s para que también recolecten los materiales que no tienen mercado pero que, por cuestiones ambientale­s, es necesario evitar que terminen enterrados. Por último, propongo la creación de un registro público para que se inscriba gente experiment­ada del ámbito privado, que pueda formar y asistir técnicamen­te a los reciclador­es.

El diálogo, el intercambi­o de ideas y propuestas, está abierto.

Las cooperativ­as son la cara visible del sistema y sus problemas, pero no son su causa

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