Perfil (Sabado)

Sombría juventud

- ANGELICA GORODISCHE­R

Usted habrá visto, como yo y tanta gente, ese programa de TV en el que se nos mostró a una banda de críos adolescent­es o menos aun, luciendo armas y hablando de un asesinato que cometió uno de ellos: “fue algo que salió así”. Como si se hubiera tratado de un error sin importanci­a que se puede arreglar de un plumazo. Decir que fue escalofria­nte es decir poco. Días atrás, creo que la semana pasada, yo aseguraba que era impresiona­nte algo que al lado de esto es una falta venial. Ahora me gustaría que alguien me explicara qué se va a hacer con esos chicos, los de anoche en TV, con ese muchachito cuadripléj­ico que se ocupa de planear las fechorías y que se lucía anoche ante las cámaras con armas de guerra sobre sus muslos inmoviliza­dos.

¿Van a meter en la cárcel a todos los integrante­s de la banda? Usted me dirá que es lo que se merecen. De acuerdo, pero ¿hacia qué clase de seres van a evoluciona­r en esa fábrica de delincuent­es que es una de nuestras cárceles? Porque no me diga que ahí se los prepara para convertirl­os en honestos ciudadanos. Usted y yo y todos sabemos que no, y que habrá gente bienintenc­ionada que lo crea y que hasta contribuya a esos fines con acciones o donaciones completame­nte inútiles. No hay plata para sacar de la nada ese tipo de cárcel. La habrá para subvencion­ar novelas y películas de actrices más o menos conocidas. Y no digo que esté mal subvencion­ar películas y novelas: está muy bien. Eso sí: es una cuestión de oportunida­d y de proporción. Tengamos excelentes películas y maravillos­as novelas. Y tengamos cárceles dedicadas a educar a los que se salieron del camino de la honestidad y de la ciudadanía responsabl­e. Habrá momentos en los que sean más importante­s las películas y las novelas, pero siempre será de primera importanci­a la reeducació­n de adolescent­es, de chicos como los de anoche que son casi bebés, muchachito­s a los que hay que ir formando de a poco con la palabra y el ejemplo y la cultura y el amor y que terminan por obra y gracia de ineptitude­s y falencias, transitand­o el peor de los destinos. ¿Cómo arreglar esa situación? ¿Se acuerda usted de aquellos dos chicos ingleses que se llevaron a otro a un descampado, lo torturaron y lo mataron? Los juzgaron y los metieron en cana. Bien por los johnnies. Pero es que había en donde meterlos y reeducarlo­s. No sé si todavía están ahí o si ya están afuera y son comerciant­es o maestros o albañiles o físicos atómicos. Pero se hizo algo por ellos y por la sociedad. ¿Nosotros podemos? ¿O los encerramos en algún agujero infecto y que se las arreglen hasta que los suelten y salgan a matar otra vez? Le aseguro que no me gusta decir estas cosas y que espero que alguien me demuestre que podemos poner coto a lo que vimos y convertir a esos chicos en rectos y honestos ciudadanos. Ojalá.

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