Crece el uso de drones como herramienta de investigación científica
En la Argentina, universidades e instituciones privadas ya utilizan estos vehículos aéreos no tripulados para controlar el estado de los cultivos, hacer inventarios forestales y monitorear volcanes.
Aunque la mayoría de las personas asocia a los drones con un juguete sofisticado, su veloz evolución tecnológica y la variedad de aplicaciones que ofrecen, los está transformando en una herramienta clave para la ciencia. Desde la ecología y el inventario de bosques; hasta la agronomía, con aplicaciones sofisticadas para la agricultura de precisión. Pero también para monitorear volcanes e incluso para permitir el descubrimiento de nuevos yacimientos arqueológicos. Los usos también se extienden a la salud pública: en Brasil ya se utilizan Vehículos Aéreos No Tripulados (VANTs) para detectar y combatir criaderos de mosquitos transmisores del dengue.
En Argentina varios grupos de investigación trabajan con este hardware y software, buscando desarrollar y optimizar aplicaciones específicas. A tal punto se extienden las posibilidades científicas de los VANTs que hace pocos meses el propio Ministerio de Ciencia y Tecnología organizó un taller sobre la temática.
“Los drones son muy útiles para obser var grandes super ficies y captar información que tomaría mucho tiempo si lo hiciéramos con personal en el campo. Tienen una visión más amplia, pueden almacenar información y llevar sensores, cámaras y otros dispositivos”, le dijo a PERFIL la experta Brigitte Van den Heede, coordinadora del proyecto estratégico Desarrollo de Tecnologías para monitores de catástrofes, en el Centro de Investigación y Extensión Forestal Andino Patagónico (Ciefap). Y agregó: “En materia de uso de drones, la delantera la lleva la agricultura de precisión y los inventarios forestales. Pero todos los días se descubren nuevas aplicaciones como pruebas de evidencia ante un hecho de delincuencia, búsqueda de personas, la siembra en sitios post-incendio, etc.”
En el caso de la agricultura, “los sensores que lleva el dron –cámara de video, térmica, espectrógrafos– pueden capturar información relacionada con el estado de cada cultivo y recopilar datos sobre densidad y productividad de la plantación; si la plantas están bien regadas o si hay alguna enfer- medad en el cultivo. Y todos estos datos se presentan en un mapa”, explicó Carlos Soria, investigador del Conicet en el Instituto de Automática (Inaut) de la Universidad Nacional de San Juan.
Para Manuel Martínez, director regional para América Latina de DJI, la empresa que abastece a casi el 70% del mercado de drones de uso civil en el mundo, en la región es una industria muy nueva y está creciendo, en promedio, al 100% anual. “Aunque la delantera la llevan México y Brasil, Costo Carga máxima Autonomía Argentina tiene un potencial enorme en el sector agropecuario. Creemos que en los próximos años podría crecer hasta al 500% anual”.
Las opciones para mejorar esta herramienta son varias: desde adaptar los equipos estándar que ya fabrican empresas como DJI, hasta crear modelos propios, “a medida” de cada necesidad, como hicieron en el Ciefap con su Fenix3D, de diseño y construcción propia, con el asesoramiento de compañías como Invap, y que van a fabricar en forma artesanal para los programas de control de incendios de provincias patagónicas.
“En el Inaut trabajamos sobre los sensores y los algoritmos de control de los drones que se pueden comprar hechos y adaptarlos. Aunque nosotros, como instituto de investigación, tratamos de desarrollar nuestros propios equipos”, explicó Soria. Y finalizó: “en Argentina el uso de esta tecnología todavía es reciente, pero va a crecer fuertemente. Todavía faltan algunas regulaciones para poder prevenir temas como la violación de la intimidad de las personas o la invasión de propiedades privadas sin permiso”.
“Son muy útiles para observar grandes superficies y captar mucha información”.