Perfil (Sabado)

Una oportunida­d para la reforma

- MARCOS BUSCAGLIA*

La reciente salida de dos directores del Banco Central de la República Argentina (BCRA) nombrados por el peronismo abre una interesant­e oportunida­d para hacer al esquema de metas de inflación más sustentabl­e en el tiempo. Antes de apurarse a reemplazar­los, el Gobierno debería evaluar hacerlo en el contexto de una reforma integral de la institucio­nalidad del BCRA.

La situación actual del directorio del BCRA es muy anormal, ya que siete de los ocho directores están nombrados “en comisión”; es decir, no tienen acuerdo del Senado. En realidad, lo más usual en la historia reciente es que los directores estén nombrados en comisión. Esta práctica fue usada en el pasado para asegurar la dependenci­a del directorio del BCRA del Poder Ejecutivo, la cual fue de hecho formalizad­a en la última versión de su carta orgánica.

Al mismo tiempo, el BCRA ha lanzado recienteme­nte un ambicioso programa de “metas de inflación”, similar a los esquemas que han resultado tan exitosos en el resto del mundo.

El gran problema del nuevo esquema es que, como la mayoría de las políticas públicas argentinas, su sustento institucio­nal es muy débil y es muy probable que sea revertido por el próximo gobierno. ¿Quién garantiza hoy que, por ejemplo, si Sergio Massa es electo presidente en 2019, continuará con este esquema? ¿Quién garantiza siquiera que mantendrá a los directores actuales? En la práctica, cada presidente ha nombrado y removido directores a gusto. ¿Quién garantiza siquiera que el próximo presidente nombrará un directorio de prestigio como el actual? El directorio durante los últimos años del gobierno de Cristina Kirchner daba vergüenza por su pobreza intelectua­l y, en algunos casos, moral.

El resultado de este despropósi­to institucio­nal está a la vista. La Argentina nunca ha podido reducir la inflación a niveles razonables por un tiempo prolongado fuera del autoimpues­to corsé de la convertibi­lidad. Sin embargo, otros países, que en el pasado tuvieron problemas inflaciona­rios parecidos al de la Argentina, sí lo lograron.

Para hacer que el proceso desinflaci­onario sea sustentabl­e en el tiempo se requiere un cambio en la carta orgánica del BCRA que se realice en el marco de un acuerdo con los partidos de la oposición. Esta reforma tiene que dar independen­cia formal al BCRA para lograr las metas de inflación. ¿Qué implica, en su esencia, que el directorio del BCRA sea independie­nte del Poder Ejecutivo? Implica que sus directores puedan tomar decisiones para cumplir sus objetivos sin temer ser removidos, y que un presidente no pueda nombrar más que unos pocos directores durante su mandato. En Chile, por ejemplo, el Banco Central tiene cinco directores, que duran diez años cada uno, pero los mandatos de estos vencen cada dos años en forma escalonada. Es decir, un presidente en Chile sólo puede elegir a dos de los cinco directores durante su mandato. Las designacio­nes en comisión tam- bién deben ser eliminadas de la carta orgánica.

El cambio de la carta orgánica y el acuerdo en el Senado de los directores tiene que hacerse con consenso. Esta es la única manera que sepamos que el principal partido de la oposición, el peronismo, se va a compromete­r a mantener el esquema de metas de inflación si llega al Gobierno. Una manera de darle cabida es que pueda nombrar a algunos directores afines (siempre que se respeten ciertos requisitos de formación académica o experienci­a práctica relevante, para evitar el mamarracho del último directorio del reciente gobierno peronista). Volviendo al ejemplo de Chile, allí existe una ley (no escrita) mediante la cual tres directores suelen ser afines a la coalición en el gobierno, y dos a la oposición. Sólo un cambio en la institucio­nalidad del BCRA sustentada en acuerdos interparti­darios nos permitirá suponer que la baja de la inflación será duradera y no otro experiment­o fallido más de la Argentina.

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