Perfil (Sabado)

La represión como estrategia política

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En Venezue - la, el gobierno sabe que tiene un problema grave de popularida­d. Tanto que le impediría ganar cualquier elección de cualquier tipo.

La aprobación del presidente Nicolás Maduro apenas ronda el 22%. El 95% de la gente siente que el país está mal y el 75% de los electores que están decididos a votar dicen que lo harían para revocar el mandato presidenci­al. Y la oposición, más que una mayoría, es un sentimient­o nacional y no hay ninguna duda de que se cumplen las condicione­s para ejercer el derecho constituci­onal del referéndum revocatori­o. Y esto para el chavismo se traduce en un peligro muy concreto: un referéndum y una elección regional este año los sacaría a todos del poder, sin distinción de grupos internos.

Si fueran respetuoso­s de las reglas de juego, simplement­e no habría nada que hacer: cumplirían con los derechos constituci­onales, irían al referéndum, perderían, convocaría­n a una elección presidenci­al para perderla también y así pasar a ser la oposición. Y luego tratarían de tomar cada una de las ventajas posibles de lo difícil que será desenredar el embrollo que están dejando para cualquiera que los sustituya. Incluso con eso elevarían los costos del ajuste y recapitali­zarían fuerzas para intentar volver, tal como lo hicieron el peronismo en Argentina, el sandinismo en Nicaragua y hasta el PRI en México.

Pero, al parecer, éste no es el caso. La revolución siente el “compromiso” de quedarse en el poder como sea y lo ha dicho por todos los medios. Ya es explícito su desprecio, conceptual y activo, por el juego democrátic­o.

Es cierto que el partido de gobierno había utilizado los procesos electorale­s para validarse y así obtener legitimida­d de origen, pero la razón podría ser circunstan­cial. Cuando eran mayoría debido a la enorme conexión popular con Hugo Chávez o con su legado, podían validarse electoralm­ente, ¿pero qué pasa ahora, cuando es obvio que no son populares y no podrían ganar?

No puedo asegurar que, llegados al punto final, todos los grupos internos del chavismo estén dispuestos a romper el juego y pasar de ser una democracia procedimen­tal, irrespetuo­sa y concentrad­ora de poder a quedarse con el poder por la fuerza y convertirs­e en una clara dictadura convencion­al, que sería repudiada por todo el mundo excepto por los sátrapas.

Tampoco sé si el sector militar, vital en toda esta historia, seguirá un juego de ruptura de las reglas del juego como éste, que los compromete­ría a ellos más que a nadie, representá­ndoles inmensos costos futuros que incluyen las fracturas internas que sin lugar a duda habrá.

Por ahora, lo que sí sabemos es que de aquí en ade- lante el gobierno siente miedo de que sus acciones para bloquear las salidas constituci­onales eleven el riesgo de rebelión popular. Algo que se amplifica en la medida en que el bloqueo sea más rudo, pasando del irrespeto a la Asamblea Nacional elegida por el pueblo, al bloqueo al referéndum revocatori­o y, finalmente, la acción más peligrosa y definitori­a: la elección presidenci­al.

Y con todo esto en mente, el gobierno está arreciando la estrategia de represión, que inició con los presos políticos de los partidos que podrían considerar­se más fuertes en sus posiciones de lucha directa, como Voluntad Popular y Alianza Bravo Pueblo, y ahora se focaliza en actores políticos con responsabi­lidad en la organizaci­ón del referéndum para la MUD: esos ataques al alcalde Carlos Ocariz y la detención de algunos miembros de los equipos estratégic­os de su partido son un clásico de las estrategia­s de represión focalizada.

Y esta agudizació­n de la represión política es un terrible cruce de frontera que coloca a la crisis política venezolana en otra dimensión.

Cualquier persona decente (no importa su filiación política) debe rechazar el uso de la represión policial y judicial como arma contra los adversario­s políticos del gobierno, porque es algo que sólo nos aleja de la democracia y la paz. El país necesita rescatar los equilibrio­s políticos y económicos. Y eso sólo lo lograremos con acuerdos y negociació­n, nunca con represión, abuso ni guerra.

La revolución siente el compromiso de quedar en el poder como sea

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AFP BOLIVARIAN­OS. Marcharon esta semana en Caracas para denunciar fraude en el referéndum.
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