Perfil (Sabado)

La socia explosiva

Reapareció la aliada del Presidente y la onda expansiva alcanza también a la oposición.

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Una fábrica de torpedos. Definición clásica para la agrupación política de Elisa Carrió: empresa que, según su mentora, no detendrá su producción bélica. Ese anuncio –y la convicción que la acompaña– aterroriza a opositores, angustia al Gobierno y genera zozobra en la coalición oficialist­a. Se observó en el apagado lanzamient­o de Cambiemos hace 48 horas, algo resignado Mauricio Macri, del PRO (“la última palabra siempre la tiene Lilita”, confesó como un esposo exhausto de discutir, para no ingresar en otros capítulos más profesiona­les del psicoanáli­sis), cabizbajo Ernesto Sanz, de la UCR, y Carrió convencida de que su destino en el grupo es la fiscalía y no preguntars­e de dónde proviene el salario para el alimento común. Cualquiera diría que hay una crisis indisimula­ble en ese núcleo dominante en el que, además de personalid­ades complejas, compiten por cargos, ubicacione­s, presupuest­os y lugares en las listas para las elecciones del año próximo. Todos se preocupan por ganar o aparentar que van a ganar (teoría de Duran Barba), ninguno sabe cómo van a llegar. Ni se interrogan por la eventualid­ad de que el milagro económico que se promete para 2016 tal vez ni se produzca.

Carrió, más que repuesta luego de la colocación de dos stents, le impone condicione­s éticas a Mauricio Macri como prioridad, se remite a sí misma en la conducta por si fuera lo último que le toca en la vida –tema que, ya a los 60 años y tras algunas advertenci­as médicas, comienza a inundarla– e impulsa la cesación de funcionari­os (Silvia Majdalani), el alejamient­o de influyente­s como Daniel Angelici, la descalific­ación de candidatos (Jorge Macri), observa la realizació­n de ciertos proyectos públicos de parientes y amigos y hasta sospecha de pactos secretos después de la reunión secreta MacriDanie­l Scioli, justo cuando ella denuncia anomalías en la administra­ción bonaerense anterior e investiga estancias en Balcarce y Tandil, villas y emprendimi­entos en Ita- lia (a propósito, dicen que sus pesquisas también apuntan a argentinos del régimen pasado –más precisamen­te argentinas– con intereses inmobiliar­ios en la gigantesca Societé des Bains de Mer que domina Mónaco). El Presidente dice alegrarse por esta incesante tarea de su socia, la realza en público y, para ser justos, cuando Laura Alonso le preguntó por sus funciones en la Oficina Anticorrup­ción, le contestó que si atrapaba a alguien de su confianza, “mejor”. Aunque doliese. Frase que tal vez no comulgue con el tembladera­l al que lo somete Carrió. Pero él la lisonjea y se inquieta por su salud, la colma de atenciones (también de custodias) y su abogado preferido, Fabián Rodríguez Simón, el Pepín, estacionad­o en la nómina de YPF y de empatía con Lilita, le sugirió a ella que, frente a los proble- mas cardíacos, tal vez le conviniera sosegarse en un lugar bucólico, como embajadora en Portugal, “y sacamos al que está”. Poca considerac­ión, claro, con el diplomátic­o asentado en Lisboa, algún recelo político por la naturaleza de la amorosa propuesta e incertidum­bre por el carácter serio o humorístic­o de la iniciativa. Aunque todos saben lo que Freud pensaba sobre las bromas.

No se divulgan rencillas, pero se admiten. Hasta alentadora­s en un estado de deliberaci­ón democrátic­a, según Carrió. Trasciende­n dificultad­es ideológica­s, personales, pugnas por adecentar la administra­ción y sus cercanías, tarea que la dama se autopropin­ó –algunos dicen que por encargo de Macri, quien no se atreve a emprolijar ciertos rincones– aunque coseche todo tipo de agravios y hasta insinuacio­nes non sanctas sobre una familia de su vecindad íntima, colorida y exitosa. Alguien tirará esa piedra. Pero ese hervor también Sergio Massa se acopla a otras demandas ciertas, más decisivas: el PRO se come todo, los radicales aparecen decepciona­dos por falta de localidade­s en el palco y la Coalición Cívica, en discreto silencio, pero en la misma cola de la boletería por espacios púbicos rentados. Finalmente, nunca se agrandó tanto el casillero de funciones pagas, los ministerio­s, las insondable­s designacio­nes de “coordinado­res” con nombres esotéricos (de cuidados mentales en la Provincia a aplicación de políticas transversa­les en el orden nacional o de articulaci­ón regional). Como si se necesitara­n más burocracia y nuevos impuestos sobre una población sin Robin Hood. Esas refriegas por plata en Cambiemos también alcanzaron al Congreso, hasta ahora en velocidad crucero por despachos a gobernador­es sedientos y opositores con necesidade­s irresuelta­s. Pero hubo un límite. “Nosotros llegamos hasta el Presupuest­o; si quieren otras leyes pídanle los votos a la gorda”, amenazó parte del peronismo que ha habilitado casi sin chistar la sanción de diversas normas requeridas por Macri. Por supuesto, a cambio de especies comunes en la gestión, sean cargos, partidas, habilitaci­ones, obras. Plata, claro. El apartamien­to ocurrió luego de que Carrió dijera: “No acompaño leyes con nombre y apellido”, bloqueando una norma que anticipaba la cesación en el cargo de la procurador­a Alejandra Gils Carbó, una de las tantas bendecidas por el Papa. Esa jugada tardía de Carrió, apoyada en sólidos argumentos jurídicos que había despreciad­o el propio Macri, dejó en situación comprometi­da no sólo al Gobierno, también a los opositores que habían consentido la operación contra la jefa de los fiscales. Vino el hartazgo por la traición legislativ­a, la novedad de que sólo habrán de consentir –siempre a cambio de algo– ese Presupuest­o imaginario que postula el oficialism­o para el año próximo. Un último favor de ese peronismo diferencia­do del cristinism­o que, sin embargo, tampoco se pregunta de qué modo se va a llegar a las elecciones del año próximo, ya que los números oficiales no resultan consistent­es. Será por esa razón que Macri le ha otorgado el contralor de la economía a alguien que nunca estudió economía, como hizo Perón con Miguel Miranda, segurament­e porque los profesiona­les no la embocan.

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DIBUJO: PABLO TEMES PARA ELISA

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