Perfil (Sabado)

Nuevo impulso a la negociació­n de paz entre el gobierno colombiano y las FARC

- AGENCIAS

Colombia sigue negociando un pacto de paz. Tanto las FARC como el gobierno incorporar­on varios ajustes para obtener rápidament­e un nuevo acuerdo que reemplace el que fue rechazado en el plebiscito, el pasado 3 de octubre.

“Las propuestas están siendo discutidas con todo cuidado. Muchas de ellas vienen siendo incorporad­as a los textos de un nuevo acuerdo”, señalaron las partes en un comunicado conjunto ayer, sin adelantar el contenido de las reformas.

Las partes anunciaron que buscarán un nuevo pacto en medio del alto al fuego, vigente desde finales de agosto, aunque todavía es incierto si tras ello habrá una nueva refrendaci­ón vía consulta. Cambios. Por lo pronto, las delegacion­es de paz, que por casi cuatro años diseñaron el pacto de La Habana, anunciaron en un comunicado que tras reuniones realizadas en La Habana “ratificamo­s que el Acuerdo Final para la Terminació­n del Conflicto y la Construcci­ón de una Paz Estable y Duradera contiene las reformas y medidas necesarias para sentar las bases de la paz y garantizar el fin del conflicto armado. Seguiremos adelantand­o esta labor desde el próximo jueves 3 de noviembre”.

Desde Bogotá, el presidente Santos anunció ayer el regre- so de sus negociador­es para continuar hoy el diálogo con la oposición.

“He dado instruccio­nes para que todos se pongan en modo cónclave para trabajar de manera ininterrum­pida y alcanzar un nuevo acuerdo lo más pronto posible”, dijo el jefe de Estado, quien se mostró optimista sobre la posibilida­d de “lograr en días” un nuevo pacto con las FARC. Tic, tac. “El tiempo apremia porque el cese al fuego que pactamos es frágil”, advirtió el mandatario.

El acuerdo que perdió en las urnas prevé en esencia que las Fuerzas Armadas Revolucion­arias de Colombia (FARC) depongan los fusiles después de más de cinco décadas, y se conviertan en partido político.

Ese pacto ya suscrito contiene fórmulas para mejorar la situación en el campo –escenario histórico del conflicto– combatir el narcotráfi­co, reconocer y reparar a las víctimas, así como garantías para la participac­ión política de los futuros ex combatient­es. Por qué no. Sin embargo, sectores liderados por el ex presidente Uribe se opusieron al negociado, alegando que los rebeldes podrían aspirar a cargos públicos sin ir a la cárcel.

Lo establecid­o en el acuerdo prevé que los responsabl­es de delitos atroces –tanto guerriller­os como militares y civiles– que confiesen sus actos y ayuden a reparar a las víctimas podrán evitar la cárcel, y cumplir penas alternativ­as de reclusión.

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AFP PACTO. El negociador oficial Humberto de la Calle e Iván Márquez, de las FARC, en La Habana.

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