Rami, un refugiado sirio al que Francisco rescató, vive feliz hoy en Roma
La vida de Rami cambió radicalmente en abril, cuando el papa Francisco se lo llevó a Roma, junto a otros once refugiados musulmanes sirios, después de una visita de cinco horas que el Pontífice hizo a la isla griega de Lesbos, uno de los puntos de la crisis migratoria europea.
Seis meses después, Rami, un ex carpintero originario de Deir al Zor, una ciudad en el este de Siria controlada por Estado Islámico d e s d e 2 014 , s e ha establecido en el barrio de Cassia, en el norte de Roma, con su esposa y sus tres hijos.
“Mi vida ha dado un giro de 180 grados, del infierno al paraíso: vine de un país en guerra a un país que es pacífico, seguro y tranquilo”, dice.
“Mis hijos van a la escuela y ya han aprendido italiano, o al menos lo hablan mejor que yo. Tengo la esperanza de que las cosas vayan incluso mejor para nosotros que ahora”. Campamento. Rami y los otros sirios rescatados de un cam- pamento de refugiados en Lesbos fueron atendidos en un comienzo por la Comunidad de San Egidio, un movimiento católico que participa en el proyecto de crear corredores aéreos para los refugiados junto con la Federación Italiana de Iglesias Evangélicas (FCEI). Todos fueron alojados en Roma y otras ciudades italianas, pero Francisco no los ha perdido de vista.
El Papa arregló el traslado de Lesbos a Roma de un total de 21 refugiados. Doce viajaron a bordo del avión papal en abril y otros nueve llegaron en junio. El grupo completo fue invitado a un almuerzo con el Papa en agosto.
“Sí, sí, estamos bajo su protección”, dice Rami.
Esta semana, Rami recibió en el aeropuerto romano de Fiumicino a su hermana Messra, una de los 75 refugiados sirios que fueron trasladados del Líbano a Italia en el marco de un programa humanitario impulsado por grupos cristianos italianos para crear corredores aéreos para refugiados.
“Estamos bajo su protección”, dice el hombre, que es carpintero y tiene tres hijos