De Serrat de Lucía
El cantautor español repasa su carrera a través de sus amistades con artistas de Hispanoamérica, como Pablo Milanés. Se presenta, gratis, en la Usina del Arte.
Conversar con el cantautor español, nacido en Cádiz, Javier Ruibal hace brotar un largo listado de colegas de la música de Hispanoamérica. En sus 36 años de carrera, cosechó vínculos en su tierra natal, con nativos y con exiliados en la década del 70, y en sus viajes por América Latina. Sus creaciones –como Isla Mujeres, La rosa azul de Alejandría (donde cruza amor y utopía) y La flor de Estambul (donde le puso letra a la Gnossienne N° 3 de Erik Satie)– se conocen por su propia voz y a través de intérpretes que lo han elegido para su repertorio, como Ana Belén, Martirio, Jorge Drexler y, en la Argentina, Juan Carlos Baglietto.
En nuestro país estará, por cuarta vez en su carrera, el viernes 4 de noviembre a las 20:30 y el domingo 5 a las 19, en la Usina del Arte (Cafarena 1, esquina av. Pedro de Mendoza, La Boca), con entrada gratuita.
— Has compar tido pro - yectos con muchos artistas hispanoamericanos. ¿Con quiénes tienes un particular vínculo en la Argentina?
—Tengo una buena amistad con Cecilia Zabala, con Franco Luciani; tuve buena relación aunque no muy larga con Raúl Carnota, que desgraciadamente ya no está. Y ahora, con Juanito Quintero; digo Juanito, porque es muy joven; yo hubiera querido tener el talento que él tiene a su edad. En un concierto de Sabina en el Gran Rex, conocí a Juan Carlos Baglietto, quien luego grabó Esta hora de los besos, una canción mía con forma de bolerito. Conozco a Darío Grandinetti, amigo de verdad. En el ochenta y tantos, me invitó Lito Nebbia a hacer una grabación y unos conciertos, aunque finalmente no se hicieron porque las fechas me resultaron incompatibles.
—¿Cómo es tu historia con Serrat?
—A Serrat lo admiré desde adolescente. Aprendí de él a cuidar el lenguaje por respeto