DEFINICIONES

Javier Ruibal reflexiona sobre la forma y el contenido del género lírico de la canción: “Una canción tiene que estar un poco más arriba de un haiku y un poco más abajo del cuento. Del haiku, tiene que dejarte unas cuantas señales indelebles que te provoquen volverla a oír. También debe guardar el rigor suficiente como poema y como composición musical. De Pablo Milanés – a quien conocí en Barcelona en el año 76, cuando vinieron discos y artistas exiliados de nueva trova–, apren- dí que hay que saber administrar la voz, tanto para hacer elogios al amor como para señalar con el dedo una llaga, una herida abierta que no termina de sanar. Las heridas abiertas son las eternas, las que escribió Galeano –a quien tuve la suerte de conocer y con quien tuve una bonit a amist ad –: las de la miseria, el hambre, el dolor físico y el dolor moral de aquellos que ven pasar las generaciones y no se incorporan a un estado mínimo de bienestar, salud y educación. Más que español o europeo, me siento pl ane t ar io.Todos deberíamos asumir que esto es una bola enorme de la que no nos caemos de milagro. Pero con el tiempo he aprendido que por la vía de la indignación y de la bronca poco se consigue; es más fácil llegar al corazón del que escucha tocando con delicadeza, porque la herida está abierta para todos y no creas más conciencia por echar vinagre en ella. Creo que es mejor abrazarse en silencio y decirse: ‘Estoy de acuerdo contigo; somos unos miserables y hacemos cosas que ya deberían haberse superado.’”