No tan distintos: Clinton y Trump coinciden en temas exteriores cruciales
militar similar contra Estado Islámico y admiten el deshielo con Cuba. Continuidades más allá del choque de estilos.
En un ensayo publicado en 1990, los sociólogos estadounidenses James Petras y Morris Morley establecieron una distinción entre los “intereses permanentes y transitorios” de la política exterior de los Estados Unidos: postularon que, más allá de los cambios de partidos y personas que se suceden cada cuatro años en la Casa Blanca, Washington tiende a mantener casi inalterables ciertas directrices de media y larga duración. Sea demócrata o republicano, de izquierda o de derecha, del mainstream político o outsider, el presidente de turno tiene escaso margen para dar giros abruptos en asuntos que involucran intereses considerados estratégicos.
Hillary Clinton y Donald Trump tal vez sean los candidatos rivales más disímiles en la historia electoral estadounidense. Sus trayectorias profesionales e improntas personales hablan de dos personajes sin nada en común. Sus propuestas sobre temas domésticos como inmigración, salud y educación también sugieren la existencia de una “grieta” insalvable entre ambos. Incluso difieren en aspectos significativos de las relaciones de los Estados Unidos con el mundo, como la distinta valoración del acuerdo nuclear con Irán.
Y aún así, es factible que la teoría de Petras y Morley resulte aplicable tras las elecciones del próximo martes: gane quien gane, la política exterior estadounidense mantendrá una línea similar en asuntos de primera importancia. Al menos eso es lo que se desprende de un reciente estudio publicado por el Council of Foreign Relations (CFR), el think tank para temas diplomáticos más influyente de los Estados Unidos, en el que se comparan las propuestas de ambos candidatos en materia exterior.
Clinton y Trump coinciden en su promesa de impulsar políticas comerciales más protec-
Los dos prometen una política comercial más proteccionista que la de Obama
cionistas que las promovidas durante la gestión Obama. Ambos dicen oponerse al Acuerdo Transpacífico (TPP) negociado con otros once países y aseguran que penalizarán la competencia desleal de potencias como China mediante subas en los aranceles de importa- ción. Esta postura compartida responde a la preocupación de algunos sectores industriales estadounidenses por el impacto de una política comercial aperturista en el fragil mercado laboral interno.
Según el relevamiento del CFR, ambos candidatos tam-