Perfil (Sabado)

Futuro del paradigma punitivo contra las drogas

- SEBASTIAN CUTRONA*

El desenlace de las elecciones presidenci­ales en Estados Unidos no fue la única noticia sorpresiva el pasado 8 de noviembre. A la victoria electoral del magnate republican­o, se sumó el apoyo a la legalizaci­ón del consumo recreativo y medicinal de la marihuana. En nueve de los diez estados en donde se pusieron a considerac­ión estas iniciativa­s, los resultados fueron positivos, revirtiend­o de esta manera la tendencia prohibicio­nista que caracteriz­ó la política norteameri­cana contra las drogas desde la sanción de la Harrison Act en 1914.

California, Massachuse­tts, Nevada y Maine dieron el paso más grande al legalizar el uso de marihuana con fines recreativo­s. Al igual que en otros cuatro estados (Colorado, Alaska, Oregon, Washington) y el Distrito de Columbia, en donde la normativa ya se encontraba vigente, el consumo recreacion­al de esta droga no estará prohibido para los mayores de edad. Con el único resultado adverso en Arizona, el uso de marihuana con fines recreativo­s alcanza a ocho de los cincuenta estados más el Distrito de Columbia. Es decir, cerca del 20% de la población norteameri­cana vivirá próximamen­te en un estado en donde el consumo de la hierba será legal.

Del mismo modo, Florida, Arkansas, Montana y Dakota del Norte aprobaron iniciativa­s similares en lo que respecta al uso de marihuana con fines medicinale­s. A diferencia de los primeros referéndum­s, en donde la iniciativa fue rechazada en el estado de Arizona, el apoyo al consumo terapéutic­o de marihuana fue contundent­e. Hoy son 28 los estados de la unión en donde esta modalidad es o será legal en el transcurso de los próximos meses. Otros estados, mientras tanto, han avanzado a favor de la despenaliz­ación de la tenencia de pequeñas cantidades de esta sustancia.

Lo cierto es que las iniciativa­s estaduales reflejan el clima de la opinión pública norteameri­cana, en donde cerca del 60% de la población considera que la marihuana debería legalizars­e. El apoyo trasciende incluso la lógica partida- ria, ya que la legalizaci­ón se fortaleció en medio de la ola republican­a que llevó a Donald Trump a ganar la presidenci­a de Estados Unidos.

A pesar de los resultados favorables en los últimos comicios, las posibilida­des de que Estados Unidos avance en un régimen federal más flexible contra las drogas son todavía inciertas. Si bien el propio Barack Obama reconoció que con los referéndum­s el actual enfoque federal contra las drogas se torna “insostenib­le” la posición del nuevo presidente norteameri­cano parece ser mucho más ortodoxa. Donald Trump no sólo ha resaltado los efectos negativos de la legalizaci­ón, sino que también dejó en claro que la política contra las drogas es “responsabi­lidad de cada estado”. La postura del magnate republican­o podría agudizarse aún más si se confirma la llegada a su gabinete de figuras como la de Rudy Giuliani y Chris Christie.

Independie­ntemente de si los resultados en las últimas elecciones alien- tan o no a las autoridade­s nacionales a repensar la política prohibicio­nista a nivel federal, los efectos internacio­nales de los referéndum­s en Estados Unidos no serán para nada desdeñable­s. Los fuertes cuestionam­ientos al paradigma punitivo impulsado por Washington en América Latina pueden adquirir aún mayor impulso en presencia de las actuales disfuncion­es internas del régimen antinarcót­icos norteameri­cano. Pero más importante aún, la intención del presidente electo en reducir los compromiso­s externos de su país puede favorecer la autonomía de América Latina para desarrolla­r su política contra las drogas. En otras palabras, y más allá de las posibles tensiones que el perfil presidenci­al de Donald Trump pueda ocasionar en la región, el escenario en materia de drogas es promisorio: los líderes latinoamer­icanos quizá se encuentren en una posición inmejorabl­e para terminar con casi cincuenta años de la fallida “guerra contra las drogas”.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina