Un candidato que tiró a la basura clichés y esquemas establecidos
Trump es tan contradictorio como sus electores. Con su imagen de salvaje sinceridad, captó a los jóvenes, cansados de hipocresía.
L as últimas encuestas dicen que en Estados Unidos, como en el resto del continente, el 70% de los ciudadanos desconfía de los par tidos y de los líderes políticos. El problema se correlaciona con la edad. La gran mayoría de los jóvenes rechaza a la política porque cree que los políticos y su mundo son hipócritas. Trump proyectó una imagen de salvaje sinceridad. Un magnate neoyorquino que ha mantenido un reality show, ese producto de la televisión que mezcla tragedia, comedia, y farsa. Quienes ven esos shows experimentan emociones intensas, aunque saben que seguramente su contenido no es real. Trump no se parece a los políticos que aburren a la gente con frases políticamente correctas y discursos artificiales. Los norteamericanos más conservadores apoyaron a un líder incompatible con sus mitos. Con sus 70 años, se ha casado tres veces y disfruta de la vida con errores y excesos. Como dice frecuentemente, rememorando el título del libro de Roger Ailes, él es el mensaje. Un líder humano, contradictorio, con el que se identifican votantes que tampoco tienen una ética lineal. Contradictorio. Trump dice lo que piensa, desafía la moral del establecimiento y es contradictorio como sus votantes. Según la encuesta poselectoral de The Cook Political Report, el 63% de los encuestados di- jo que no tenía temperamento para ser presidente de los Estados Unidos, pero un 23% lo apoyó. Un 29% votó por él aunque rechazaba su forma de tratar a las mujeres. El 60% de los electores lo veía mal, pero un tercio de ellos lo votó. Acusado de ofensas sexuales por una docena de mujeres, habiendo admitido que usaba la ley para evadir impuestos, terminó con el margen de victoria más amplio que haya tenido un candidato republicano en el Colegio Electoral desde 1988.
Es un manojo de contradicciones: es un nacionalista radical, aunque es hijo de una inmigrante escocesa y nieto de dos alemanes. Su esposa nació en Eslovenia, se nacionalizó nor teamericana en 2006 y será la primera esposa extranjera de un presidente norteamericano desde 1825 y también la única que ha posa- do desnuda para una revista masculina.
Algunos medios publicaron esas fotos tratando de afectar a su base conservadora, sin darse cuenta de que hasta los más arcaicos ya no son pacatos. Preferían a Trump y no a una candidata que proyectaba la imagen de esposa ideal de la antigua sociedad: nunca se divorció y apareció siempre como una mujer sufriente que perdona los deslices de su marido, que vive a cientos de kilómetros desde hace muchos años. La foto de la pareja ideal salía movida. Los votantes no son cartesianos pero sí razonables como dice Samuel Popkin en The Reasoning Voter: Communication and Persuasion in Presidential Campaigns.
Trump es un personaje mediático conocido por el estilo violento con que echaba de su reality show a algunos partici-