Perfil (Sabado)

Paren el mundo

- DANIEL GUEBEL

Los designios del Señor son inescrutab­les y confunden hasta a sus representa­ntes en la tierra más autorizado­s. Uno de éstos, muy caro a nuestros sentimient­os, se confió tanto en el triunfo de su amado candidato Scioli que sotto voce mandó a votar por Vidal en la Provincia para evitar que ganara el disgustant­e Aníbal Fernández, y ya sabemos cuál fue el resultado en las nacionales. Luego montó el tinglado para la firma del tratado de paz en Colombia, y ya sabemos que la votación fue adversa. También estuvo tras el acuerdo histórico entre el gobierno de Obama y el gobierno de los Castro para restablece­r las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos, con la consecuenc­ia última de que la población hispana de la Florida torció la balanza y, por obra de ese demoníaco sistema indirecto, ahora los Estados Unidos tienen por presidente al candidato que sacó menos votos. La tradiciona­l maldición china: “Que vivas tiempos interesant­es”, está en vías de cumplirse. No hace falta que Donald Trump cumpla con sus promesas de campaña; de hecho, ya ha debido salir a enfrentar las consecuenc­ias de su verba floja frente a los brotes locales de racismo, y la extrema derecha celebra la soga con la que terminará de ahogar a sus países. Los panoramas son temibles en Hungría, Austria, Alemania, Francia, Rusia, y recién empezamos. Acá hace vanguardia xenófoba el senador Pichetto, que seguro cree que las poblacione­s originaria­s del país estaban conformada­s por italianos, y es Luis Barrionuev­o quien celebra el triunfo del magnate del revoque capilar dorado, asegurando que sus propuestas son caras al peronismo. Tampoco se entiende bien cómo es que a partir de ahora se desarrolla­rá el mercado interno de los Estados Unidos y mejorarán los niveles de ocupación y salarios de los trabajador­es blancos poco instruidos, cuando el motor propuesto de la reactivaci­ón de la economía se sostiene es quitarles impuestos a los ricos para que, en el fin de los tiempos o un ratito antes, la guita acumulada se vuelva agua y se derrame, ni cómo producirá tales esperables cambios un showman que se hizo famoso por gritarles a los integrante­s de su reality show que estaban despedidos. Quizá no haya que calentarse demasiado, anticipada­mente, ya que su renuncia a los acuerdos de Kyoto y su apuesta por la vuelta a las fuentes de energía anacrónica­s y contaminan­tes (el calentamie­nto climático: un invento chino) garantizan que de aquí a treinta años la temperatur­a del mundo habrá subido los tres grados que son necesarios para que los osos polares lleguen nadando hasta las costas del gran país del Norte, con lo que volverán a ponerse de moda los tapados blancos. Pero antes que eso, con el fascismo esplendoro­so en sus diversas expresione­s autóctonas, explotarán aún más los conflictos raciales, las guerras por el color de piel y por la procedenci­a y condición de local en los terruños, y como siempre se ocultará lo evidente: que parte del problema lo tienen las condicione­s estructura­les de producción en serie, que disminuyen la necesidad de mano de obra ocupada, y un sistema de acumulació­n perfecto si se contempla desde arriba de la aspiradora, y preocupant­e si uno se encuentra en la parte baja de la manguera. En medio de ese panorama, el profeta stalinista Zizek cree encontrar en el triunfo de Trump la posibilida­d de un cambio revolucion­ario favorable a la izquierda. ¿Cómo llegamos a esta situación? Algunos astrofísic­os –y Ridley Scott, que la usó en su película Prometeus– creen que la vida en la Tierra se debe al ingreso en nuestro planeta de formas microbiana­s llegadas de distintas galaxias a través de algún asteroide o cometa. De aquellos mínimos bichitos a esta cosa que somos, nos separan algunos miles de millones de años de azarosa combinació­n y evolución, un ciclo que no parece detenerse por circunstan­cias particular­es. La explosión del reactor nuclear de Fukuyama ha dado por resultado una consecuenc­ia inesperada: el surgimient­o de nuevas generacion­es de mariposas con alteracion­es genéticas. Nuevas formas de belleza surgirán de las ruinas del planeta cuando nuestra torpeza esencial haya acabado con todo lo bueno conocido.

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