Sin una política marítima, las Malvinas están muy lejanas
El líder de la CGT, que además dirige el gremio de Dragado y Balizamiento, hace un análisis de la relación con Gran Bretaña y sostiene que el gobierno nacional no atiende a las necesidades del “país líquido” que es el Mar Argentino.
Para los argentinos, Malvinas es una cuestión nacional en la que, por la complejidad de los factores en juego, está excluida la posibilidad de improvisar y cuyo tratamiento exige políticas de Estado, consensuadas, responsables y continuadas a lo largo del tiempo. En este tema, en mi modesto entender, están inseparablemente ligados dos aspectos claves: el diferendo sobre la soberanía de las islas, que requiere de una adecuada estrategia diplomática, y el efectivo ejercicio de nuestros derechos sobre el espacio marítimo argentino, en el que están comprendidos los territorios insulares. En el primero de esos aspectos, la declaración conjunta firmada el 13 de septiembre pasado por los vicecancilleres argentino y británico, lamentablemente, puso en evidencia un manejo demasiado improvisado de parte de nuestra Cancillería. Más allá de las intenciones, el hecho de que el Reino Unido haya proseguido con sus ejercicios militares en nuestras islas muestra que la vía buscada no nos ha acercado a una solución favorable del conflicto. Mandatos. En este tema, todo gobierno argentino debe guiarse por una serie de mandatos: un mandato constitucional, que establece como un objetivo irrenunciable del pueblo argentino la recuperación de nuestra soberanía en las islas del Atlántico Sur; un mandato histórico, surgido con la Nación misma, que desde el comienzo pobló de manera pacífica esos territorios, hasta que se produjo la usurpación británica de 1833; y un mandato político, expresado en el reclamo permanente de todos los gobiernos argentinos, en lo que constituye una genuina política de Estado de nuestro país a lo largo de casi 200 años. Y cabe agregar el mandato moral o espiritual que surge de la sangre derramada por quienes cayeron en defensa de ese reclamo.
No siempre nuestros gobiernos siguieron estrategias adecuadas en pos de ese objetivo, pero debemos reivindicar la iniciada por el gobierno radical del doctor Illia, que en 1965 logró que las Naciones Unidas aprobaran la Resolución 2065, instando a la Argentina y al Reino Unido a buscar una solución negociada al litigio sobre soberanía. Desde entonces, ha sido la base del planteo de nuestro país y por una década logramos avanzar en ese rumbo, con el establecimiento de vuelos regulares entre el continente y las islas, a cargo de Aerolíneas Argentinas, y una serie de medidas que llevaron a que en 1974 el gobierno británico propusiese un sistema de condominio como paso previo al reconocimiento pleno de nuestra soberanía, planteo que el general Perón se mostraba dispuesto a aceptar, y que su fallecimiento y las vicisitudes que atravesamos a partir de entonces impidieron