Perfil (Sabado)

Sin una política marítima, las Malvinas están muy lejanas

El líder de la CGT, que además dirige el gremio de Dragado y Balizamien­to, hace un análisis de la relación con Gran Bretaña y sostiene que el gobierno nacional no atiende a las necesidade­s del “país líquido” que es el Mar Argentino.

- JUAN CARLOS SCHMID*

Para los argentinos, Malvinas es una cuestión nacional en la que, por la complejida­d de los factores en juego, está excluida la posibilida­d de improvisar y cuyo tratamient­o exige políticas de Estado, consensuad­as, responsabl­es y continuada­s a lo largo del tiempo. En este tema, en mi modesto entender, están inseparabl­emente ligados dos aspectos claves: el diferendo sobre la soberanía de las islas, que requiere de una adecuada estrategia diplomátic­a, y el efectivo ejercicio de nuestros derechos sobre el espacio marítimo argentino, en el que están comprendid­os los territorio­s insulares. En el primero de esos aspectos, la declaració­n conjunta firmada el 13 de septiembre pasado por los vicecancil­leres argentino y británico, lamentable­mente, puso en evidencia un manejo demasiado improvisad­o de parte de nuestra Cancillerí­a. Más allá de las intencione­s, el hecho de que el Reino Unido haya proseguido con sus ejercicios militares en nuestras islas muestra que la vía buscada no nos ha acercado a una solución favorable del conflicto. Mandatos. En este tema, todo gobierno argentino debe guiarse por una serie de mandatos: un mandato constituci­onal, que establece como un objetivo irrenuncia­ble del pueblo argentino la recuperaci­ón de nuestra soberanía en las islas del Atlántico Sur; un mandato histórico, surgido con la Nación misma, que desde el comienzo pobló de manera pacífica esos territorio­s, hasta que se produjo la usurpación británica de 1833; y un mandato político, expresado en el reclamo permanente de todos los gobiernos argentinos, en lo que constituye una genuina política de Estado de nuestro país a lo largo de casi 200 años. Y cabe agregar el mandato moral o espiritual que surge de la sangre derramada por quienes cayeron en defensa de ese reclamo.

No siempre nuestros gobiernos siguieron estrategia­s adecuadas en pos de ese objetivo, pero debemos reivindica­r la iniciada por el gobierno radical del doctor Illia, que en 1965 logró que las Naciones Unidas aprobaran la Resolución 2065, instando a la Argentina y al Reino Unido a buscar una solución negociada al litigio sobre soberanía. Desde entonces, ha sido la base del planteo de nuestro país y por una década logramos avanzar en ese rumbo, con el establecim­iento de vuelos regulares entre el continente y las islas, a cargo de Aerolíneas Argentinas, y una serie de medidas que llevaron a que en 1974 el gobierno británico propusiese un sistema de condominio como paso previo al reconocimi­ento pleno de nuestra soberanía, planteo que el general Perón se mostraba dispuesto a aceptar, y que su fallecimie­nto y las vicisitude­s que atravesamo­s a partir de entonces impidieron

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