Con la fe depositada en la humanidad
ANIMALES FANTASTICOS Y DONDE ENCONTRARLOS Título original: Fantastic Beasts and Where to Find Them Dirección: David Yates Guión: J.K. Rowling Intérpretes: Eddie Redmayne, Katherine Waterston, Alison Sudol y Colin Farrell Duración: 133’ Origen: Estados Unidos (2016)
El mundo hoy es dominado por películas bravuconas. Los filmes de superhéroes, aunque amables, suelen imponer una fórmula que se basa en el carisma del héroe, la capacidad de hacer bromas pop (algunas más cercanas a Saturday Night Live que a Cary Grant) y un espectáculo visual que, incluso en excesos como Doctor Strange, tiende a la homogeneización. La nueva visita al universo del Harry Potter de J.K. Rowling, autora de la saga original, es todo lo contrario: una película humanista, que cae en el instante justo para decir que la canchereada y el abuso, la mentira (estatal e individual), pueden traer problemas. Claro que no iba a frenar a Trump, pero sus ideas amables con la humanidad y su inteligencia no son ni suaves ni mágicas. Aquí hay una desesperación debajo de la película súper: Rowling, autora del guión, no cree en héroes sino en personas que pueden tener aventuras.
Dirigida por David Yates y creada a partir de la supuesta historia de un manual que el joven Potter usaba cuando estudiaba (el Animales fantásticos y dónde encontrarlos), la película muestra la llegada a Nueva York en 1920 de un zoologista mágico y su valija repleta de los bichos del título. Hay que ser sinceros: Yates, director con millaje Potter como nadie (dirigió más de la mitad de la saga), ha perfeccionado un sentido elegante de servidumbre. Sin ser personal, sabe transmitir cierta distinción, cierto garbo. Aquí, si bien el relato es más deshilachado, menos contenida la magia, se sueltan aspectos más feroces: las criaturas (y su captura) despiertan instintos del cine que buscaba jugar y no vender, los actores apelan a una nobleza que supera la mera cancherea- da, y el héroe es tal sólo porque es buena persona. Suena simple, y la película peca de simpleza (sobre todo cuando odia a las instituciones y el miedo a lo distinto), pero su orfebre modo de ser construida es más poderoso.
Es una película que cree que la magia está en reconstruir y no en destruir. En cuidar y no lanzar frases dignas de meme. Es un tanque de Hollywood sentido, único y que toma su linaje como motor a chorro para ser gentil, nueva y humanista. Es una película que cree en nosotros, no en los juguetes.