Estado Islámico aún resiste en sus bastiones de Irak, Siria y Libia
Los yihadistas combaten en varios frentes y se alimentan del odio sectario que provoca la ofensiva del régimen de Al-Assad, con apoyo ruso e iraní sobre el este de Alepo.
La poderosa avanzada del gobierno iraquí sobre Mosul, la “capital” de Estado Islámico en Irak, choca de frente con la dificultad de enfrentar una insurrección que tiene profundas raíces locales y que no parece que pueda ser derrotada sólo con la receta de la “guerra al terrorismo”. A ese panorama se suma que nunca se puso en marcha la tan anunciada ofensiva kurda sobre Raqqa, el otro bastión yihadista, en este caso en el norte de Siria.
Y en Libia, pese a los ingentes esfuerzos militares, milicianos locales afiliados a EI resisten en el enclave de Sirte. Fuego. Mientras la Europol advierte sobre posibles ataques terroristas de EI en Europa, el grupo yihadista permanece a la defensiva en su califato, pero está lejos de ser derrotado y se alimenta de las tensiones sectarias.
Lo que inflama el fuego de la polarización confesional y la radicalización religiosa es la campaña siria llevada adelante sin descanso por la Rusia de Putin, Irán y el régimen del presidente Bashar al-Assad.
La ofensiva de Moscú, Teherán y Damasco sobre el este de Alepo proseguía ayer a ritmo sostenido, justificada por la presencia de unos 6 mil terroristas de EI, entre los al menos 20 mil milicianos de otras fuerzas islámicas y de 250 mil civiles, según cifras de la ONU.
El este de Alepo no es controlado por EI, e incluso los milicianos que hoy defienden la zona le han hecho la guerra a Estado Islámico hasta alejarlo de la zona.
Desde 2012, esos barrios de la segunda ciudad siria son un bastión de la resistencia antiAssad, que durante años mantuvo un gobierno provisorio con el apoyo de gran parte de la población local. Mosul. Mosul, en Irak, está cada vez más cercada. Las milicias chiitas filoiraníes están a las puertas de Tall Afar, un pequeño pueblo clave para interrumpir las comunicaciones entre Siria e Irak.
Desde Bagdad, el comando de las operaciones hizo saber ayer que los planes de la ofensiva podrían sufrir “algunas modificaciones o revisiones” .
La razón de estas modificaciones sería la resistencia de los yihadistas, los peligros para la población civil, que sufre por la carencia de alimentos y de agua, y hasta por el mal tiempo, con lluvias y temperaturas nocturnas cercanas a los cero grados.
A un mes y medio de la ofensiva, las fuerzas iraquíes están aún muy lejos del Tigris, que luego deberán atravesar para llegar a Mosul, sobre la rbera occidental.
Y en Libia, a seis meses del lanzamiento del asalto para conquistar Sirte, los casi 6 mil milicianos libios apoyados por “especialistas” de Estados Unidos y Gran Bretaña no han podido derrotar aún la resistencia de aquellos a los que el Pentágono define como “tenaces combatientes”.
La “guerra al terrorismo” no parece bastar para erradicar las semillas del odio y los peligros para la seguridad en Europa.
El Ejército iraquí advirtió que podría modificar los planes de la ofensiva